Estos últimos días escuchaba compulsivamente esa canción, comparaba las mil versiones existentes y siempre me quedaba con la versión original del autor: JOHN PRINE; sería sin yo saberlo, una suerte de telepatía, una llamada de auxilio allende los mares, mi forma de oración para que sanara el cantante y compositor.
Pero él ya está en otras esferas.
Canta suave, sin buscar ni el desgarro ni la exhibición, dice sus canciones con sencillez, y te va calentando el corazón sin que tú siquiera lo notes, cuando quieres darte cuenta estás envuelto en la belleza de la verdad y del sentimiento arrebatador; y el milagro es que ese desborde llega desde la quietud, desde la máxima elegancia, desde un cierto desdén. Ni siquiera sube el tono ni acelera en la última nota de la canción, la deja resbalar dulcemente, para que muera en el silencio.
Así se ha ido él, dulcemente, dejando sus notas en el aire como un perfume que acaricia y se mezcla en nuestra piel y en nuestra alma, ese estado de revelación puede llegar con los acordes de una guitarra y el sonido de una voz especial que no necesitaba maquillaje.
SPEED OF THE SOUND OF LONELINESS
8 Abril 2020
miércoles, 8 de abril de 2020
martes, 7 de abril de 2020
PERROS&MÚSICA
En el desierto de la abundancia
Mi vista colmada en el oasis de la nada
Fue ayer cuando tanto duelo estranguló el color
Camino ya sin peso
Muerto
Blanco
Negro
Nada carnal me anuda
Quizá un perro
Siempre la melodía
y la nube en movimiento
Para recordarme que puedo llorar
Y estoy vivo
Y sin paraíso
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