miércoles, 8 de abril de 2020

SPEED OF THE SOUND OF LONELINESS

Estos últimos días escuchaba compulsivamente esa canción, comparaba las mil versiones existentes y siempre me quedaba con la versión original del autor: JOHN PRINE; sería sin yo saberlo, una suerte de telepatía, una llamada de auxilio allende los mares, mi forma de oración para que sanara el cantante y compositor.

Pero él ya está en otras esferas.

 Canta suave, sin buscar ni el desgarro ni la exhibición, dice sus canciones con sencillez, y te va calentando el corazón sin que tú siquiera lo notes, cuando quieres darte cuenta estás envuelto en la belleza de la verdad y del sentimiento arrebatador; y el milagro es que ese desborde llega desde la quietud, desde la máxima elegancia, desde un cierto desdén. Ni siquiera sube el tono ni acelera en la última nota de la canción, la deja resbalar dulcemente, para que muera en el silencio.
Así se ha ido él, dulcemente, dejando sus notas en el aire como un perfume que acaricia y se mezcla en nuestra piel y en nuestra alma, ese estado de revelación puede llegar con los acordes de una guitarra y el sonido de una voz especial que no necesitaba maquillaje.
   SPEED OF THE SOUND OF LONELINESS

8 Abril 2020

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