lunes, 20 de junio de 2016

ALTIPLANO

La energía que roza lo total, ese vislumbre absoluto, no suele ser de ida y vuelta.
Puede que coincida en este mundo durante un breve periodo de tiempo.
Pero la realidad te derriba de esa cumbre y te convierte en el desheredado que ha aterrizado en la paz,
en la cómoda costumbre, en el olvido reparador.

Leí hace tiempo un poema melancólico que te hacía sentir ese extraño exilio que es la paz para los combatientes.

No sé quién lo escribió:

ALTIPLANO

El soldado que acabó victorioso
no pisó la tierra soñada.
¿ Dónde están las montañas nevadas,
dónde el sol que se esconde tras el mar,
dónde los bosques y los valles?
El soldado cansado tras la feroz batalla,
arriba a un altiplano,
es un prado verde donde pace el ganado,
y en la suave colina,
una humilde cabaña de piedra.
Y en esa morada, 
en el ocaso,
una ventana iluminada y el humo en la chimenea,
ascendiendo al cielo.

Y el guerrero deja su escudo y su espada,
lava su rostro en el agua limpia del regato,
y se encamina hacia la cabaña
como el buen pastor que será mañana.

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