jueves, 23 de junio de 2016

SALTANDO A LA COMBA

Pintar es entrar en una espiral, adentrarse en una estela en la que no cabe el miedo, saber que uno va a ser zarandeado desde la lentitud al desenfreno sin oponer resistencia. Es entrar en la alucinación y sin embargo no perder de vista la realidad, es compaginar los dos mundos y saltar a la comba, sorteando las distintas esferas de los tiempos.
Es llegar a la última hora de la tarde, para tener ahí, justo antes de que llegue la oscuridad y el extenuamiento, el segundo de gracia iluminado.
Y retirarse, y lavarse la cara y los ojos llorosos del aguarrás, sabiendo, como un minero, que la silicosis está acabando con nuestra vida, y que cada pintura es un mes menos de vida, pero que nuestra amante nos revuelca y nos envuelve en la belleza, aunque no se lo contemos a nadie, aunque a nadie le importe, aunque nadie nos crea.

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