jueves, 1 de septiembre de 2016

LA CUEVA

¡Ah!, la pintura, interviene la mano, desde el cerebro, desde el corazón.
Y en el grafismo del pintor vemos, como en el electro de un polígrafo, el diagrama de la mentira;
O si por el contrario hay verdad, nos invade la geometría de la emoción callada.
La pintura es materia fuera del tiempo, más allá de las computadoras, de la mercadotecnia, surge de la tierra y de los cielos, desde las grutas y las iluminaciones de las nubes, desde dentro del color.
Exige un sacerdocio.
Una labor diaria y callada.
Siempre en salida, siempre de vuelta.
Si te vas, te deja.
Si vuelves, se hace de rogar.
Si te abraza te lleva al silencio iluminado.
¡Ah!, si, recuerdo al Maestro, tenía yo tantas preguntas para él y no me respondió ni una sola palabra.
Me llevó a su estancia en penumbra, y permanecimos allí contemplando sus dibujos.
En aquella habitación la luz era inmanente y no entraba por la ventana.

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