lunes, 12 de septiembre de 2016

VACÍO

Observó en el armario del cuarto trastero la montaña de pantalones y chaquetas que tenía olvidadas y los zapatos que ya nunca más usaría.
Y revisó también los armarios del dormitorio, casi nunca se ponía esa ropa.
La verdad es que usaba siempre el mismo pantalón usado y una camiseta de algodón grande con la que se encontraba cómodo.
La ropa convencional le parecía un disfraz.
Y en cambio, su camiseta y su pantalón de todos los días le devolvían sencillez y levedad.
Salía a la calle así sin el peso añadido de una estupidez que no era la suya.

Y pensó entonces en una estancia blanca con apenas dos sillas y una mesa.
Con un armario amplio en el que colgaran, de dos únicas perchas, su misma ropa de siempre.
Y con una cabeza en la que planeara diáfano el afán diario, volando en la cavidad de su catedral íntima.
Sin metas lejanas ni ambiciones ajenas.

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