jueves, 24 de noviembre de 2016

AQUEL AMANECER

Caminaba justo antes del amanecer por la orilla del mar. Había dejado la habitación del hotel porque no era la oscuridad de la noche lo que me aplastaba, sino la certeza luminosa de la premonición.
El anuncio del fin.
Todavía tardé tres años en certificar aquella defunción.
A veces seguir el camino de la verdad es demasiado duro para cualquiera.
Y lo demoramos.
¡Acaba de una vez y de un solo golpe!
O déjalo estar y que vaya muriendo gradualmente.
Algunos penan el resto de sus vidas.
Los cobardes, los frágiles, los vulnerables, los bondadosos, los pacifistas, los mejores crédulos, qué sé yo, casi todos.
Otros sacan la espada y cortan en limpio.
Los valientes, los visionarios, los que guardan la más alta de las lealtades.
La valentía , quizá, no es un aprendizaje.
Es como la belleza, se tiene o no.

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