Las casualidades parecen meros actos dictados por el azar, pero tienen un entramado mágico y están conectadas dentro de otra realidad invisible que circula oculta junto a nosotros.
El peso de uno mismo a veces es un fardo demasiado pesado que nos impide el vuelo.
Uno siempre es, no hace falta ser consciente todo el tiempo.
Lo importante no es el premio, el objetivo final, el número en la escala que nos define matemáticamente en la clasificación.
Lo importante es el niño jugando al aro, la pasión, la ilusión.
Con esa predisposición de alegría y sensualidad la casualidad nos suele favorecer.
Si vamos con la pesadumbre y el careto triste la casualidad suele castigarnos con lo evidente: más negatividad y tristeza.
Volver al origen, pasarlo bien, vivir el presente donde creamos con cada instante una nueva realidad, donde no existen ansiedades que están siempre en las experiencias pasadas o en el futuro condicionado por nuestros deseos.
Si no hay puro disfrute es que nos estamos alejando de la esencia y estamos llenando nuestro cuerpo de un peso innecesario.
Estoy bajo las nubes y el cielo azul, no estoy pensando en quién soy, en quién fui o puedo ser.
Soy capaz de impulsar esa bola al aire y hacer un fade o un draw, soy capaz de hacer que la bola vuele baja o alta.
Ese es el fin y el principio, no hay otro, en eso está mi concentración, en ese juego de presente continuo.
Las mariposas vuelan gráciles porque son ligeras. No llevan una mochila llena de quejas y desengaños, no saben lo que es la frustración.
Yo conocí un niño dotado que jugaba así.
Hace ya mucho tiempo que estoy deseando volver a ver esa plenitud en el golpeo, esa sonrisa de felicidad.
El niño no conoce el dolor ni el duelo ni el desencanto.
El hombre si.
El hombre puede tener callos en las manos de golpear 500 bolas cada día, pero el corazón fuerte no se debe lamentar.
En la vida adulta hay que conquistar las cosas con esfuerzos límites, nadie nos regala nada.
Y el hombre que no conoce el dolor es una " Iglesia sin bendecir".
Ser hombre consiste en abrazar la alegría. ¡Ah! si, el dolor está ahí, no le vuelvo la cara, lo afronto, el dolor nos va tallando, pero se vive saltando, se vive cantando, mirando al frente, valiente , sin miedo, el que tiene miedo de ganar ya perdió, el que tiene miedo de perder es que no ha madurado para saber que la vida no es otra cosa que ir perdiendo una tras otra todas las cosas.
Mira como vuela el fade, eso si que es real...
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