Lagun es un perro que sonríe, abre la boca y arruga amistosamente el hocico cuando nos reencontramos . En el campo es un vendaval blanco y elegante, su galope mantenido, su búsqueda zigzagueante, su belleza moteada.
Con Reyes tiene un idilio, duermen juntos, comparten siestas, tienen el mismo color en los ojos de la miel dorada, son patilargos, hay una simbiosis mágica.
Cuando me acompaña en el coche apoya su cabeza en mi hombro y está atento a todos los movimientos que suceden a través de la gran luna del coche.
Es cariñoso, es humano pero con un grado de paz inalcanzable para cualquier persona.
Lleva unos día vomitando toda la comida, ha adelgazado de forma alarmante, no nos saluda con la misma alegría.
Hemos tenido que internarle, está en esa frontera de cachorro a perro adulto, un año y tres meses.
Insuficiencia renal, probablemente, leishmaniosis.
Aparte de los afectos y de nuestra historia de amor, está también la reflexión del costo de la vida hoy en día, hemos llegado a un nivel tan injustificado que cuesta mantenerse en el sentido común. El tratamiento veterinario de una enfermedad supera el salario mínimo en sólo tres días. No es este el lugar para reflexionar sobre este tema. Pero ni siquiera el dinero que gano es mío, según llega, se va; es así una corriente compartida, a mi me pagan mis pinturas, yo pago otros servicios, no existe en mi afán de posesión, estoy muy lejos de esa esclavitud.
La vida tiene poco que ver con la justicia, la enfermedad no entiende de edades, llega desbaratando felicidades y rompiendo lazos tan íntimos e inquebrantables.
Lagun ha sido feliz con nosotros, ha tenido mucho amor y nos ha dado aún más amor todavía, no sé si su vida se alargará o si su fin está próximo. Se me parte el corazón, y Reyes está rota.
La vida continua inexorable, espero que Lagun siga mucho tiempo con nosotros y siga galopando por las montañas y por los húmedos campos verdes, eso es lo que le hace más feliz.
La vida nos sigue poniendo en nuestro sitio, hay que vivir a tope el segundo feliz y vivirlo sin apego. Nada es nuestro, todo es un don, un regalo con fecha de caducidad.
Esta mañana hemos paseado por una calle asfaltada de Madrid, ¿dónde estaba la mirada triste de Lagun, dónde?
Lagun es un ángel, nos ha traído tanta alegría y compañía, hoy una misma tristeza y zozobra, ninguna luz está separada de su sombra, ¡Ah!, nuestro querido Lagun, será la vida la que siga dictando presentes continuos...
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