Hay desfiladeros por los que uno rueda arrastrado por una pedriza en avalancha.
Es como las tempestades y las borrascas.
Como las nevadas que permanecen inalterables ante el sol radiante.
Y miras y te encuentras en una linde que divide mundos distintos tan próximos, y quizá no perteneces a ninguno de los territorios divididos.
Estás suspendido en el aire, precipitándote al vacío, estás vivo y ya presientes la muerte y no estás muerto ni estás vivo, ni eres rico ni pobre, ni joven ni viejo, ni estúpido ni inteligente, ni estás triste ni contento.
" Ni miento ni me arrepiento, ni digo ni me desdigo"
Como Jorge Manrique, el guerrero poeta, atravieso los mundos y las fronteras, se puede escribir un verso y atravesar con la espada un corazón humano, somos así, seres divididos, almas radiantes y en pena, enamorados y furtivos, humanos y divinos y monstruosos.
Aquel mal profesor que nos quería hacer creer que o era blanco o era negro.
No voy a hablar de colores.
En la última hora de la pintura el color es ya sólo luz.
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