jueves, 21 de enero de 2016

PROFECÍAS

Me gustaría saber cuando una visión repetida, que viene una y otra vez, es una advertencia o es solamente una obsesión.
El dios de los poetas, la estrella de la ligereza que persiguen los deportistas, la espada de los Samuráis, las cumbres de los alpinistas, las profundidades de los buceadores, los amores locos, el compas de los músicos, el arrobamiento de los místicos...
¡Cuántas muertes, cuánto aislamiento, cuántas profecías, cuánta belleza!
Todos caminamos, funanbulistas, por el alambre, ¡ah!, nunca sabremos si vamos en caída libre o en vuelo.
Mi respeto y veneración hacia el sufrimiento y la belleza que estaban en la frente de Friedrich Höldernin, de Vincent Van Gogh, de Vaslav Nijinski.
Ni siquiera el filtro de la historia nos puede aclarar estos enigmas.
Me gustaría ver el listado censurado con tantos nombres borrados, el listado de los que no pudieron exponer su obra.
Vemos y leemos lo que quisieron otros que veamos y leamos.
Mi respeto y veneración a los que merodean por las cunetas, a los que cantan sus versos en los bancos de los parques, a los que garabatean en sus estudios y talleres solitarios.
Pero la necesidad de expresar está en nosotros.
Como obsesión, como anhelo de belleza, como profecía, como revelación, como conexión con el más allá.
No es la fama, ni el dinero, ni la inmortalidad.
Es otra cosa.

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