Reposaba su cabeza sobre mis manos,
era ayer o quizá era ya mañana,
o fue siempre o ocurrió sólo una vez repetida incesantemente.
Lloraba ella de infelicidad
y sus ojos vidriosos irradiaban en el rostro la plenitud de su belleza.
Pues es mejor amar que ser amado,
pues los desheredados están equivocados,
son ellos los que recibieron la mejor de las herencias,
el manantial del verdadero amor,
la iluminación del que es capaz de ver y de sentir.
El estado de gracia jamás es un atajo.
Es un sendero angosto,
una curvatura ascendente y pesarosa,
un descendimiento imparable que finalmente se detiene exhausto,
para volver a ascender.
Ya en la cumbre tiras todo el lastre.
el pesado calzado,
la camisa,
así hasta desnudarse.
Desnudos de pasiones, de deseos, de tristezas, de alegrías.
¡Ah!
¡Era esto!
¡Nada!
¿Es esto todo?
Dale tiempo al vacío.
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