En la música la melodía y el sonido instrumental conforman el alma y es la letra la que queda más bien en la superficie, a caballo, subida en la montura y dibujando el galope; pero la estructura y la esencia es la belleza animal, ese trasfondo armónico y abstracto, salvaje y ancestral, muy anterior al abecedario.
Se puede tararear sin letra y el sentido de la canción sigue llegando, si cabe, de una forma más pura, sin distracciones, directa al corazón.
Finalmente letra y música forman un todo indisoluble, como una sombra o una haz de luz que nos acompaña de forma permanente y pone la sintonía necesaria a nuestros momentos.
Siempre tiene que haber una canción favorita para ponerla una y otra vez. Como los bombones, a veces está bien acabar de una vez con la caja.
29 Agosto 2017
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