William Fitzsimmons interpreta " Falling On My Sword", junto a dos guitarristas y una mujer en los coros, los cuatro haciendo un círculo alrededor del micrófono.
Cantan, ofician un acto emocionante , mezclan sus cuatro voces, rezan, apenas acarician lo sagrado, invocan a la belleza, nos mecen en la dulzura, ya no sé si es alegría o tristeza, ¡qué más da!...
Son estos momentos en los que uno cree; esa canción es como estar en la orilla del mar en una estación que no sé si es primavera o verano, y acaba siendo otoño.
Sólo sé que es una celebración, un rito que va más allá de la superación de un dolor, me llegan oscuras sus palabras en idioma extranjero, y es mejor así, me uno a esa melodía desde otra hermandad que no tiene que ver con el lenguaje, es otro nivel de comunicación, más total.
La música es esta otra cosa, es esta canción, esta verdad, esta emoción.
Falling On My Sword...
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