Volvamos sobre lo humano y lo divino, sobre lo racional y el misterioso mundo subterráneo que mueve nuestros hilos desde las profundidades.
Volvamos al deporte que es un banco de pruebas sobre el tapete verde, donde podemos observar el comportamiento humano. El jugador de golf profesional que tiene un Lob Wedge de 40 metros y se está jugando el torneo, o se está jugando la clasificación para pasar el corte, o simplemente, su permanencia en su privilegiada categoría: Para poder hacer ese golpe con fluidez y precisión y así soltar el golpe sin interferencias mentales ni bloqueos físicos, debe haber ensayado ese gesto miles de veces, en un ejercicio de voluntad y disciplina táctica, desde el conocimiento geométrico de la trayectoria de su movimiento, ensayando el ritmo perfecto para que el cuerpo y las manos que dirigen la cabeza del palo vayan en su justo punto y no se desvíen un solo milímetro. Debe tener la precisión de un cirujano operando el cerebro. El aficionado que contempla ese golpe, admira la elegancia y el temple del movimiento y se emociona al ver posarse la bola, como una mariposa, junto al bandera en el green. Eso ocurre así en la mayoría de las veces, pues el profesional ha trabajado, desde este mundo, para arrastrar el movimiento perfecto y llevarlo al submundo interior hasta hacerlo suyo de verdad, totalmente, convertirlo en una segunda naturaleza que integra lo racional y lo irracional, lo humano y lo divino . Se ha ejercitado tanto que se ha conseguido llegar a la originalidad del movimiento natural, como la onda de David que derribó a Goliat, como el salto de altura de Fosbury, como el inacabable salto de longitud de Bob Beamon, como todos esos instantes detenidos en la eternidad, suspendidos entre todos los tiempos, que nos regaló el genio de Severiano Ballesteros. Él sabe como creó esos golpes mágicos, practicando en la playa de Pedreña, de forma autodidacta, hasta convertir al humano en divino.
En ese gesto coordinado y conseguido, el hombre por un segundo, es un dios.
Así ocurre con todos los planos, para fundirlos en uno solo, hay que atravesar la noche oscura de San Juan De La Cruz. El salto de Nijinski salvajemente bello, fusionaba la locura y el misticismo, la naturaleza humana con la animal, subido en el escenario, lo humano de Nijinski transitaba hacia otros territorios sagrados y misteriosos.
Podemos elegir el terreno por el que transitar.
Con mucha humildad, como peones de nuestro oficio, día a día cumplir la tarea.
Somos libres.
Elige ser gordo o esbelto.
Elige comer donuts hasta saciarte o comer sobriamente.
Elige ser generoso o egoista.
Y practica el gesto de la bondad, que es la inteligencia suprema, hasta que tú mismo te convenzas de que esa es tu verdadera naturaleza: Tu verdad absoluta, allá y aquí.
No es una herencia.
No lo podrás grabar ni registrar, no lo podrás definir.
Es la pincelada Zen.
La oración murmurada y silenciosa.
La canción íntima.
La última pedalada en la que se dejó atrás el dolor.
El gesto fluido.
La gran palabra con la inicial mayúscula, no la pronuncies, siéntela.
jueves, 26 de abril de 2018
miércoles, 25 de abril de 2018
WILD DARKNESS II
Todo lo que sucede en el mundo conocido, ese mundo en el que podemos influir con el ejercicio de la voluntad, de la disciplina, del esfuerzo, nos depara metas que siguen estando dentro de lo establecido, de lo programado: es lo que creemos identificar refiriéndonos a lo humano.
Llega un momento en el que el esfuerzo pleno, puede llevarnos a la melancolía, hasta el hartazgo de las metas conseguidas, que se lo pregunten a los deportistas que vagan saciados de victorias y reconocimiento y acaban perdidos en los alucinógenos. Pues todos, todos, somos atraídos por las fuerzas oscuras, esas que nos sacan de nosotros mismos, esas que no podemos dominar, esas que parecen caer del cielo o del infierno sin que nosotros hagamos nada para merecerlas o padecerlas.
Pero la vida no es controlable, y ante el terror de ser zarandeados por el destino oscuro, recurrimos a la mitología, a la religión, a la mística y a su origen misterioso y mágico, a toda esa corriente que está más allá de nuestra mente limitada.
Estamos desamparados y no queremos sentir el abandono.
El amor es infinito, pero nosotros no. No nos basta con la figura de Dios, hace falta recrear toda esa fuerza destructiva que encarna el Demonio, el ángel caído, Lucifer.
Dividimos y separamos el mal del bien, la luz de la sombra, pero es un razonamiento incipiente e infantil, la naturaleza de las cosas es integral, multiforme, somos santos y asesinos, la belleza se marchita y la putrefacción es tan natural como la virginidad del cuerpo inmaculado y adolescente.
Nos atrae lo que no entendemos, lo que nos obliga a arrodillarnos, nos sentimos sublimes cuando avistamos el misterio, nos sentimos aterrorizados ante la muerte infantil, Dios no puede ser tan cruel... Dios está más allá de nuestro entendimiento, Lucifer está más allá de nuestra comprensión, el holocausto existe, los asesinos acaban siendo estrellas en las grandes pantallas del cine, Hannibal Lecter.
El mundo adora la belleza, porque es un don, no es alcanzable por esfuerzo, el mundo adora a Mozart que compuso sinfonías a los siete años, Salieri queda en esta orilla, en la del músico esforzado, lejos de la inspiración divina.
Cristiano Ronaldo logra sus metas en el gimnasio, tallando su musculatura de atleta, se va superando pues ha encontrado enfrente un rival inspirado, un genio que lleva el balón pegado al pie y hace goles individuales dibujados por dios, Ronaldo es humano y bello, Messi es bajito y divino.
El enamoramiento nos transporta al mundo mágico de la sinrazón, el matrimonio nos devuelve al mundo de los hombres, con la pesada tarea diaria de generosidad y sacrificio para conservar el equilibrio emocional.
¡Ah! El músico que logra la melodía perfecta sabe que esa no es todavía la música celestial, por eso los Beatles dedicaron una canción a Lucy in the Sky with Diamonds.
Lucha de Gigantes, WILD DARKNESS.
Llega un momento en el que el esfuerzo pleno, puede llevarnos a la melancolía, hasta el hartazgo de las metas conseguidas, que se lo pregunten a los deportistas que vagan saciados de victorias y reconocimiento y acaban perdidos en los alucinógenos. Pues todos, todos, somos atraídos por las fuerzas oscuras, esas que nos sacan de nosotros mismos, esas que no podemos dominar, esas que parecen caer del cielo o del infierno sin que nosotros hagamos nada para merecerlas o padecerlas.
Pero la vida no es controlable, y ante el terror de ser zarandeados por el destino oscuro, recurrimos a la mitología, a la religión, a la mística y a su origen misterioso y mágico, a toda esa corriente que está más allá de nuestra mente limitada.
Estamos desamparados y no queremos sentir el abandono.
El amor es infinito, pero nosotros no. No nos basta con la figura de Dios, hace falta recrear toda esa fuerza destructiva que encarna el Demonio, el ángel caído, Lucifer.
Dividimos y separamos el mal del bien, la luz de la sombra, pero es un razonamiento incipiente e infantil, la naturaleza de las cosas es integral, multiforme, somos santos y asesinos, la belleza se marchita y la putrefacción es tan natural como la virginidad del cuerpo inmaculado y adolescente.
Nos atrae lo que no entendemos, lo que nos obliga a arrodillarnos, nos sentimos sublimes cuando avistamos el misterio, nos sentimos aterrorizados ante la muerte infantil, Dios no puede ser tan cruel... Dios está más allá de nuestro entendimiento, Lucifer está más allá de nuestra comprensión, el holocausto existe, los asesinos acaban siendo estrellas en las grandes pantallas del cine, Hannibal Lecter.
El mundo adora la belleza, porque es un don, no es alcanzable por esfuerzo, el mundo adora a Mozart que compuso sinfonías a los siete años, Salieri queda en esta orilla, en la del músico esforzado, lejos de la inspiración divina.
Cristiano Ronaldo logra sus metas en el gimnasio, tallando su musculatura de atleta, se va superando pues ha encontrado enfrente un rival inspirado, un genio que lleva el balón pegado al pie y hace goles individuales dibujados por dios, Ronaldo es humano y bello, Messi es bajito y divino.
El enamoramiento nos transporta al mundo mágico de la sinrazón, el matrimonio nos devuelve al mundo de los hombres, con la pesada tarea diaria de generosidad y sacrificio para conservar el equilibrio emocional.
¡Ah! El músico que logra la melodía perfecta sabe que esa no es todavía la música celestial, por eso los Beatles dedicaron una canción a Lucy in the Sky with Diamonds.
Lucha de Gigantes, WILD DARKNESS.
viernes, 20 de abril de 2018
DIBUJO ABIERTO, DIBUJO CERRADO
Mi amigo Hide Hiko dibuja una maraña de lineas en busca del volumen o quizá en busca del misterio, Egon Schiele aborda sus figuras con una linea única y las rodea de un halo blanco, pues cada figura lleva su propio halo. Dibujos abiertos o cerrados, no hay mandamientos, hay autenticidad y esta puede ser inversa de un humano a otro, no hay verdades absolutas, no existe el ideal perfecto, aunque nos apriete el deseo, aunque esté ahí el anhelo.
Hay parejas de dos, y de tres y de cuatro, hay parejas de uno, pues se puede amar durante toda la vida a una persona y no ser nunca correspondido, hay parejas del mismo sexo, hay parejas que se aman sin sexo y hay parejas con sexo y sin amor.
Y ahora dibuja con letras de acero los mandamientos que tú quieras imponer y la naturaleza seguirá su propio curso, riéndose de tu obcecación.
Mantequilla o aceite de oliva virgen extra, miel o azúcar, quizá otro ideal sería elegir no elegir, dejar que la naturaleza abierta de todas las cosas nos vaya arrastrando con su corriente discontinua de una orilla a la otra, flotar sin ofrecer resistencia y sin hundirse y dejar que la aventura no tenga nombre ni objetivo ni meta.
Hay parejas de dos, y de tres y de cuatro, hay parejas de uno, pues se puede amar durante toda la vida a una persona y no ser nunca correspondido, hay parejas del mismo sexo, hay parejas que se aman sin sexo y hay parejas con sexo y sin amor.
Y ahora dibuja con letras de acero los mandamientos que tú quieras imponer y la naturaleza seguirá su propio curso, riéndose de tu obcecación.
Mantequilla o aceite de oliva virgen extra, miel o azúcar, quizá otro ideal sería elegir no elegir, dejar que la naturaleza abierta de todas las cosas nos vaya arrastrando con su corriente discontinua de una orilla a la otra, flotar sin ofrecer resistencia y sin hundirse y dejar que la aventura no tenga nombre ni objetivo ni meta.
ESCARABAJOS
Pintar porque uno tiene fe en si mismo, amar porque uno es correspondido, vivir pues la misma existencia es.
Y por qué no ir justo en la dirección contraria...
Y por qué no pintar sin fe, y por qué no amar aunque no haya una respuesta, porque no vivir sin sentido, obrar porque uno no necesita coronas, vivir en silencio en una lejana orilla, salvando al náufrago, recibiendo el sol tumbado en la arena, recogiendo el fruto caído del árbol.
Algún día hay que quemar todos los libros de autoayuda, algún día hay que abandonar los manuales de comportamiento, dejar en el armario el correcto traje gris, y vestir mezclando las épocas y las culturas, olvidar la edad, olvidar el género, y sentir, vivir sin castigos ni recompensas, pintar con el propio sentir, amar a los perros y a los árboles, sentirse perdido entre las amadas personas que nos decepcionan, a las que inevitablemente decepcionaremos, y tener la mirada perdida en la última nube del cielo y enfocar al milímetro, pasado un solo segundo, el escarabajo brillante que circula bajo nuestros pasos.
Y por qué no ir justo en la dirección contraria...
Y por qué no pintar sin fe, y por qué no amar aunque no haya una respuesta, porque no vivir sin sentido, obrar porque uno no necesita coronas, vivir en silencio en una lejana orilla, salvando al náufrago, recibiendo el sol tumbado en la arena, recogiendo el fruto caído del árbol.
Algún día hay que quemar todos los libros de autoayuda, algún día hay que abandonar los manuales de comportamiento, dejar en el armario el correcto traje gris, y vestir mezclando las épocas y las culturas, olvidar la edad, olvidar el género, y sentir, vivir sin castigos ni recompensas, pintar con el propio sentir, amar a los perros y a los árboles, sentirse perdido entre las amadas personas que nos decepcionan, a las que inevitablemente decepcionaremos, y tener la mirada perdida en la última nube del cielo y enfocar al milímetro, pasado un solo segundo, el escarabajo brillante que circula bajo nuestros pasos.
viernes, 13 de abril de 2018
DEPORTISTAS
Se habla de un penalti que fue o no fue, se habla del segundo final que puede cambiar la historia de un club, de una copa de Europa, de una trayectoria de injusticias arbitrales," bla, bla, bla"...
Me quedo con el abrazo y el beso entre Ronaldo y Buffon, dos leyendas vivas, dos enemigos deportivos que se respetan y se admiran como deportistas y como hombres, también en la virilidad musculosa y en la testosterona hay espacio para el respeto y la ternura, la valoración sopesada después de la batalla sin piedad en el terreno de juego.
Se habla de cómo todo un campeón vigente del Masters, Sergio García, puede hacerse trece golpes en un par 5, tirando 5 bolas al agua. Le han crucificado en la prensa, quizá más por sus declaraciones que por la ejecución de sus golpes.
Le ocurrió a Roberto De Vicenzo, él se ganó en verdad la oportunidad de desempatar un Masters y salir a jugar el Play off, pero su compañero de partido, Tommy Aaron, le sumó un 4 en el hoyo 17 en vez del 3 para birdie que en realidad había hecho. Él no le echó la culpa al error de su rival, que le impidió esa posibilidad de triunfo que se había ganado en el campo, simplemente dijo: " -Fui estúpido al firmar mi tarjeta sin repasar mi resultado-"
La historia del deporte está llena de cumbres emocionales y abismos desoladores que parecen derrotas insalvables, pero están las resurrecciones, los grandes remontan el vuelo, parecen eternos, lo son realmente.
De Vicenzo está ya para siempre en lo más alto del pedestal, quién lo duda.
Miguel Induráin sigue fulminando la contrarreloj de todos los veranos de nuestra vida, sigue coronando los puertos con su cadencia ligera, su máscara inexpresiva y su maillot abrochado, como si el calor no existiera.
Los grandes rivales se respetan, saben de su insondable soledad, saben hasta que punto han llegado más allá en el territorio sagrado del dolor físico y mental, saben cuanta hambre han tenido que pasar para conseguir el cuerpo ligero y la musculatura potente, saben las horas interminables en la soledad del entrenamiento, saben que sin fe en si mismos no hubieran podido soportar la carga inhumana de trabajo que requería la consecución de sus planes, la conquista de sus cumbres, la indiferencia lograda para soportar todas las críticas injustas. Saben mucho de victorias y derrotas.
Me hacen gracia los eruditos que hablan de los deportistas como seres infantiles e indocumentados.
El deporte profesional te hace subir por la escalera de la vida y pasar por cada peldaño del aprendizaje vital.
Basta leer a Harvey Penick, el gran profesor de golf, Maestro de Tom Kite y de Ben Crenshaw, para colocarle en su verdadero estadio de sabio. Él era mucho más que un excelso instructor de golf que ascendió a venerable Maestro desde su primera condición de caddie.
Los que tienen la valentía de seguir sus vocaciones de deportistas, tienen ante si, la gran oportunidad de aprender, de llegar a lo más profundo del sentir humano tanto en la cumbre de los cielos como en el abismo de los infiernos.
Yo les bendigo porque ellos cargan con sus cruces y a nosotros nos hacen felices.
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