Todo lo que sucede en el mundo conocido, ese mundo en el que podemos influir con el ejercicio de la voluntad, de la disciplina, del esfuerzo, nos depara metas que siguen estando dentro de lo establecido, de lo programado: es lo que creemos identificar refiriéndonos a lo humano.
Llega un momento en el que el esfuerzo pleno, puede llevarnos a la melancolía, hasta el hartazgo de las metas conseguidas, que se lo pregunten a los deportistas que vagan saciados de victorias y reconocimiento y acaban perdidos en los alucinógenos. Pues todos, todos, somos atraídos por las fuerzas oscuras, esas que nos sacan de nosotros mismos, esas que no podemos dominar, esas que parecen caer del cielo o del infierno sin que nosotros hagamos nada para merecerlas o padecerlas.
Pero la vida no es controlable, y ante el terror de ser zarandeados por el destino oscuro, recurrimos a la mitología, a la religión, a la mística y a su origen misterioso y mágico, a toda esa corriente que está más allá de nuestra mente limitada.
Estamos desamparados y no queremos sentir el abandono.
El amor es infinito, pero nosotros no. No nos basta con la figura de Dios, hace falta recrear toda esa fuerza destructiva que encarna el Demonio, el ángel caído, Lucifer.
Dividimos y separamos el mal del bien, la luz de la sombra, pero es un razonamiento incipiente e infantil, la naturaleza de las cosas es integral, multiforme, somos santos y asesinos, la belleza se marchita y la putrefacción es tan natural como la virginidad del cuerpo inmaculado y adolescente.
Nos atrae lo que no entendemos, lo que nos obliga a arrodillarnos, nos sentimos sublimes cuando avistamos el misterio, nos sentimos aterrorizados ante la muerte infantil, Dios no puede ser tan cruel... Dios está más allá de nuestro entendimiento, Lucifer está más allá de nuestra comprensión, el holocausto existe, los asesinos acaban siendo estrellas en las grandes pantallas del cine, Hannibal Lecter.
El mundo adora la belleza, porque es un don, no es alcanzable por esfuerzo, el mundo adora a Mozart que compuso sinfonías a los siete años, Salieri queda en esta orilla, en la del músico esforzado, lejos de la inspiración divina.
Cristiano Ronaldo logra sus metas en el gimnasio, tallando su musculatura de atleta, se va superando pues ha encontrado enfrente un rival inspirado, un genio que lleva el balón pegado al pie y hace goles individuales dibujados por dios, Ronaldo es humano y bello, Messi es bajito y divino.
El enamoramiento nos transporta al mundo mágico de la sinrazón, el matrimonio nos devuelve al mundo de los hombres, con la pesada tarea diaria de generosidad y sacrificio para conservar el equilibrio emocional.
¡Ah! El músico que logra la melodía perfecta sabe que esa no es todavía la música celestial, por eso los Beatles dedicaron una canción a Lucy in the Sky with Diamonds.
Lucha de Gigantes, WILD DARKNESS.
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