viernes, 27 de noviembre de 2015

DE LA TIERRA Y EL CIELO

En “ El Cielo Sobre Berlín” de W. Wenders, dos ángeles sobre vuelan el cielo y las calles de la ciudad alemana, escuchan y miran impotentes las limitaciones y los sufrimientos humanos, y poco pueden hacer para aliviar a los habitantes de Berlín. Apenas apoyan sus manos protectoras sobre el hombro de las personas que vagan con sus penas.
Sólo pueden ser vistos por los niños y las personas de corazón puro. Ellos también vagan invisibles por la urbe.
Uno de los ángeles se enamora de una trapecista, y desea ser humano, padecer penas, sentir el peso de su propio cuerpo, poder acariciar el cuello y la espalda de la bella trapecista, involucrarse en la tierra y sentir no sólo el espíritu, sino la incendiada carne, la voluptuosidad de lo humano.
Todos ansiamos nuestra carencia, los humanos la levedad, los ángeles el peso y la carnalidad.
Quizá estamos viajando de un lugar a otro y lo ignoramos, y queda en nosotros un recuerdo vago, una intuición pertinaz que nos recuerda el otro lugar al que pertenecimos.
Exiliados en la Tierra con muros colindantes.
Añorantes de corporeidad los que ascendieron a los cielos.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

EL HOMBRE PÁJARO

Nuestros cuerpos se adaptaban a las pendientes y a las curvas,  era como si nuestros músculos fueran de seda y  adoptaran la aerodinámica conveniente en cada momento. Lo que nos perseguía era lo invisible, un peligro más allá de toda forma,  y corríamos veloces, seguíamos con confianza total a nuestro guía,  él nos dirigía y era sorprendente que cada uno de nosotros hubiera adquirido las cualidades de nuestro líder.
Del pánico pasamos a una paz total, a una satisfacción parsimoniosa, volvíamos a disfrutar de cada recodo y de cada curva, de cada uno de nuestros regates para evitar el mordisco mortal, sí, habíamos evitado a la misma muerte, y nos sentíamos invencibles, ligeros, plenos.
Fue entonces cuando nuestro guía nos regaló una manifestación de su grandeza. Se puso a saltar como el mismo Nijinski, unos saltos mantenidos a una altura increíble, empezó a desplegar alas con espejuelos de colores, alas bellísimas que brillaban aterciopeladas con la luz del sol.
Saltaba de un lado a otro del río que atravesaba la pradera donde descansábamos.
Y en su éxtasis no había el más mínimo exhibicionismo, era sólo la expresión de su alegría.
Pensé en el milagro, esta vez sí, podía usar esa palabra sagrada con conciencia y verdad, así que la repetí para mis adentros, el milagro de poder haber visto a aquel ángel.
Y sentir en el propio cuerpo la levedad más allá de todo el peso y el lastre que se nos viene encima en esta tierra nuestra en la que vivimos.

lunes, 23 de noviembre de 2015

PROCESOS

Sucede casi siempre de la misma manera, el deseo nos impulsa y el difícil acceso hasta la meta, nos hace ir perdiendo fuelle, nos hace ir extenuándonos, el cuerpo se aferra a su rutina de comodidad. El sentido común nos devuelve hacia la zona de seguridad. Es entonces cuando opera la fuerza oculta de la fe, siempre hay un proceso, entramos en las caídas libres, en las aniquilaciones, en las pérdidas totales, en el pánico. Pero es sólo la muerte del ego, el verdadero ser sigue resistiendo.
Cuando uno cree que ya todo se perdió, nada importa.
Cesan los miedos.
Se desvanecieron las metas.
Y si sigues queriendo avanzar en la misma dirección, la ansiada meta será una fugaz pasada en el camino. El cuerpo ahora no pesa, el tránsito es un vuelo y la resistencia del aire, sólo una brisa acariciante.


domingo, 22 de noviembre de 2015

EN ABIERTO

Si sigues soñando, es que hay en ti un resorte
desde el que te puedes impulsar.

No dejes que el sentido común te haga caer en la  vulgaridad,
en lo ordinario,
en lo que hace o dice todo el mundo.
Porque todo el mundo no existe.
Existimos tú y yo,
y somos tan distintos,
aunque tú puedes sentirme a mi,
y yo puedo sentirte a ti.
Eso es la hermandad.
Aun así, déjame que circule libre en mi diferencia,
si me amas,
déjame partir.


lunes, 9 de noviembre de 2015

LIENZO EN BLANCO

¿ Y si la edad fuera una farsa ?
No me refiero a sus consecuencias físicas, esa máscara que envejece y se agrieta, en la que el pelo va encaneciendo.
Es parte de la teatralidad que va unida a la vida, la arruga es real y por eso entramos a fondo en el engaño.
Madurar suele verse como la llegada a un territorio de certidumbres, seguridades, valores establecidos, poderes sólidos, fronteras fortificadas.
El anciano venerable de barba blanca,  ¿ verdaderamente aprendió a vivir, se le despejaron sus más profundas dudas, consiguió armonizar corazón y mente, vislumbró la verdadera paz, se hizo en verdad sabio?
¿ Y si todos permaneciéramos adolescentes, embriagados por el deseo, temerosos ante la incertidumbrel? ¿ Y si verdaderamente fuese la zozobra y la duda, la caducidad de todo lo vivo, la ausencia de algo permanente y estable, el movimiento hacia el desconocimiento- pues qué otra cosa es lo nuevo sino lo desconocido- , y si esa actitud humilde de " no sé “, de apertura mental, de no aparcar en la curva del camino, de no establecernos en ningún recodo, fuese nuestra verdadera naturaleza?
Quizá en esa asunción-la vida es movimiento, mi propio cuerpo va mutando-está la verdadera sabiduría.
Por eso los verdaderos sabios acogen a todos, comprenden a todos, no pegan bastonazos ni imponen tablas de ley, a lo más que llegan es a la humildad de desprenderse, cada día, de la sabiduría acumulada hasta el presente.
Sabiduría es desprendimiento.
El amor de hoy es otro.
El lienzo vuelve a estar en blanco.
El trazo renace original.

jueves, 5 de noviembre de 2015

MI CASA

Fueron cinco días en el valle, como si fuéramos monjes, allí nos sometimos al estudio de lo que éramos, siempre es duro abrir nuestras fronteras personales. Si se mantienen las cancelas cerradas no se puede entrar a barrer, y la enfermedad sucede tantas veces por acumulación asfixiada.
El sexto día, cada uno de nosotros abandonó el grupo, y en soledad, ascendimos por distinto sendero, hasta la gran montaña.
Allí tuve una visión clara de lo que debía hacer de vuelta a casa.

Pero no sucedió en la realidad como me dictó la revelación.

Sigo entrando cada día en mi casa, poco a poco los plátanos de la calle se han convertido en árboles de gran tamaño. Al entrar en casa parece que entras en la cueva. La arpillera del suelo está gastada y habría que cambiarla, pero la casa me recibe fiel y no demanda nada nuevo.
Hay varios secretos acomodados en su interior, secretos compartidos entre las paredes de los cuartos, la vida va pasando como los árboles creciendo, y los fantasmas vagan por las distintas estancias, pero son fantasmas inocuos.
En algún momento soñé con una casa de luz y transparente entre las rocas del cerro alto, dónde los halcones trazaran sus descensos y sus planeos y los vientos marcaran el pasar de las horas con su silbido.
Ahora ya no sueño nada, pues creo estar dentro del sueño, y estas precarias paredes gastadas podrían ser un modesto paraíso de paz, todo se va derrumbando con su propia belleza, en silencio, en un cierto olvido.
Bajo los sueños rotos late una humilde verdad aceptada.
El sillón tiene ya la forma curvada de mi espalda.
Y yo sigo abriendo la puerta del estudio con la misma incertidumbre.

SANTIAGO GIRALDA Y SUS MONTAÑAS





¿Será que empiezo a ser viejo?
Me ilusiona ver pintores nuevos, vocacionales que persiguen imágenes, que mezclan los sueños con lo real, que pintan universos personales diseminados en cordilleras montañosas. Siguen existiendo pintores, continua habiendo individuos que se encierran en sus estudios y pintan hasta la extenuación,
y nos entregan su éxtasis y su alegría, colores trascendidos que nos devuelven hasta el asombro de la infancia, la ilusión de ver un mundo nuevo y mágico. Quizá sentía que era Peter Pan el que me llevaba de la mano y surcaba con él los cielos azules y también los oscuros firmamentos estrellados. Y  me hizo visitar una gran montaña por el día y aguardamos el tiempo necesario hasta ver la misma cumbre en la misteriosa nocturnidad.
El pintor Santiago Giralda pinta con la seriedad con la que juegan los niños, su pintura está férreamente estructurada, el azar de las mezclas multicolor está dirigido con el temple del mejor director de orquesta, el color vibra en el lugar exacto, la composición se expande creando la sensación de un mundo en el que vamos penetrando.
¿Y la materia? La materia pictórica que va superponiendo y quitando... Hay una lucha visible, la lucha del sensual que no quiere prescindir de los sentidos, pero que intuye que su gran virtud es también su gran peso, su lastre, su freno... Y quizá por ello, quizá intuyendo, quizá ignorando, quizá vislumbrando, acuchilla las masas de color y nos vuelve a presentar el lienzo virgen.
Soñé por un momento esos mismos paisajes liberados de su propio peso, acariciados en el lienzo, pero esto último son ya las sensaciones del pintor  anciano que busca la levedad, como aquellos maestros chinos que buscaban la síntesis total en unas pocas pinceladas.
Y aparecían en el trazo mágico contenidas las montañas y las nubes, la tierra apenas era nada, y al ver los cuadros de los antiguos Maestros chinos, uno sentía que el misterio y la clave secreta de la vida  estaba ahí, en esos breves trazos liberados de materia. Y nos era otorgada la silenciosa revelación.
Quiero decir que el viaje de la pintura es largo, mejor ser viejos prodigio que no niños prodigio.
En cualquier caso, Santiago Giralda está inmerso en su propia aventura, me ha llevado con su mano impetuosa y fuerte al País de Nunca Jamás.
Él está entrando en su propia eternidad.

martes, 3 de noviembre de 2015

DONES

Gracias,
     por haber podido ver,
por andar los senderos,
  por haberme hecho pedazos,
porque necesité diluirme
y el olvido fue una primera necesidad.

Gracias,
  porque ya podría partir
 y sin embargo me faltan días para llenar los lienzos
y besos para poder amar sin disimulo.

Gracias,
  pues sé que los espejos mienten,
 y el corazón puede ser tan injusto,
y la belleza cegarte,
y el resplandor imantarte hacia el error.

Gracias,
  porque ya soy mi viejo conocido
  y también el recién nacido,
y el antiguo muerto,
 y el tonto de capirote de siempre,
y el que pronuncia palabras dictadas
que no sé de dónde vienen,
 y no me pertenecen
 pero me constituyen.





lunes, 2 de noviembre de 2015

ASCENDIENDO


Justo Gallego, tuvo una tuberculosis, se curó, fue monje, se salió, pero hizo una promesa y dedicó su vida a construir una catedral heterodoxa. No es albañil, ni arquitecto, pero ha construido su sueño en Mejorada del Campo, en un terreno que heredó de su familia. Un sueño a la gloria de Dios.
Llegas allí y ves lo que hace la fe, el que quiere saber acaba sabiendo, aunque no sepa, el que desea hacer se convierte en acto y el acto dibuja su forma genial irregular de cúpulas y torres, de materiales de deshecho, de fantasía hecha realidad.
La necesidad de escalar hacia el cielo azul, de trascender, de ponerse en contacto con la máxima belleza, la bondad y la inteligencia infinita, pronunciemos el nombre de Dios, lo necesitamos como el pan, como el oxígeno, como el afecto.
Y de Mejorada del campo hacia Siguenza, de una catedral a otra, la piedra rubia y roja, las torres otra vez tocando el cielo, el silencio multicolor de las vidrieras, la paz conseguida en orden.
Y muy cerca, la Peña del Uso, la misma piedra roja y ocre con la cual se construyen las catedrales, bajo el Castillo de Siguenza, en el cañón de piedra, la naturaleza rocosa buscando el firmamento.
Todo nos mueve hacia arriba.
Con Belén y Carchín, con Bao y Mushka, un día lleno.