jueves, 22 de junio de 2017

PINTURA COMO ESPEJO

La pintura es una extensión del propio pintor, el alma  se bifurca y es un río que abre un nuevo cauce en la tierra, la pintura circula en paralelo, cobra vida independiente pero fluye con la misma esencia.
Adquiere su propio ser, hay que despojarla del ego, existe en la pintura el mismo conflicto entre el yo y el ego, entre la pincelada exuberante y la verdadera expresividad, quizá menos brillante, más humilde. Si eliminamos todo afán de notoriedad, aparece entonces el alma: apenas se deja ver pero es una presencia que va a más, es permanente y estable, es como la huella que queda después de que todo fuera borrado.
Esa es la búsqueda, dirigirse hacia esa expresividad y esa verdad que transmiten la revelación y nos aproximan al misterio de todo lo vivo, llevar nuestras pinceladas hacia un estado de anonimato, como si el cuadro existiera desde siempre, como si la pintura no lo fuera.
Nunca una fotocopia de algo, tampoco una teoría o un enunciado, sino puro latido, pura vida.

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