Había nevado por la noche en la vertiente norte y la nieve perfilaba la cumbre de la montaña, que recibía, luminiscente, la luz del primer sol de la mañana.
La bicicleta avanzaba silenciosa, las praderas de fresnos y robles poblaban el valle que ascendía por esta vertiente sur y permanecía verde y sin nieve.
Y la misma sensación ya repetida, de ser un visitante con el privilegio de poder ver tanta belleza en esta tierra misteriosa y desconocida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario