No es una linea recta, no hay un inicio y un final, no es por dentro ni por fuera, ni tiene que ver con la voluntad.
En la acción atenta, en la vacuidad, en la asunción sin juicio, tras las nubes, vuelve a brillar.
Puedes correr o detenerte,
quedarte en tu casa o viajar.
Pero no seguir demorándote.
Es urgente.
Ese resplandor ocurre de vez en cuando.
Ya nada es igual.
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