A veces anhelo esas noches de lectura ferviente, devorándome los libros, cuando encontraba en ellos la clave secreta que necesitaba, y me acompañaban las palabras del hermano mayor, de un tutor que ya había vivido, antes que yo, las difíciles peripecias por las que todos tenemos que atravesar.
¡ Ah! Ahí estaban Herman Hesse, Romain Gary, Saint- Exupéry, Tolstoi. Románticos, cada uno de ellos en su búsqueda personal, con la antorcha en la mano para iluminar la penumbra de sus propios caminos y, de paso, iluminar los nuestros.
Ya es difícil volver a esa pasión febril. Ya casi nada sorprende, ya no camino de ida sino de vuelta.
Un libro que leí apasionadamente y me atrapó como en los viejos tiempos fue " El Último Encuentro", de Sándor Márai. Melancólico, descriptivo de un tiempo que se acababa y una forma de vivir que se extinguía. Con una atmósfera especial, en los bosques húngaros, el alma de dos ancianos enfrentadas con sigo mismos y con la época que les había tocado vivir.
También me ha encantado el cascarrabias Cioran, filósofo y poeta, rebelde empedernido, descreído y místico. En su desencanto hay siempre, subterráneamente, una energía vital llena de luz, él, que transitaba por las tinieblas y el insomnio.
Y el inmenso Stefan Zweig, con sus novelas cortas e intensas, de una brillantez deslumbrante, pero removiendo las profundidades y las corrientes internas que circulan por los cauces invisibles. Por citar dos de ellas: "Los milagros de la vida", donde un pintor recibe el encargo de pintar una virgen que acompañará, en un retablo, a otra de increíble belleza. El pintor busca una modelo que le transmita toda la belleza e inocencia para no desmerecer a ese retrato insuperable de la Virgen pintada anteriormente y que le ha conmovido como nunca le había sucedido antes con una pintura. Zweig nos relata los procesos creativos, la vocación artística, y cómo esa sensibilidad creativa ha de integrarse con la propia vida, las dificultades de encaje y el destino final que se dirige hacia dimensiones inaccesibles para nosotros los humanos.
Otra novela corta extraordinaria de Zweig es " Confusión de sentimientos", un venerable Maestro nos relata el trato misterioso que él tuvo como discípulo con su Maestro, y cómo esa relación marcó su vida mucho más que todos los honores y los éxitos recibidos.
¡Ah! Ahora veo que esa pasión sigue en mi, estos últimos guías me han hecho vibrar , quizá de otra forma, pero tan intensamente como los escritores de mi juventud.
No podría vivir sin esas letras apasionadas que dejaron estos Maestros. Escribieron en épocas oscuras, sobreviviendo a guerras y a roturas interiores desgarradoras, pero siempre encontraron la hora silenciosa de la hoja en blanco y nos entregaron su esencia, su sabiduría, sus inquietudes. Es como indagar en nuestra propia identidad, nuestros ancestros mejores, los que marcaron el camino de la mejor Europa, esta cultura inmensa tan distinta de la americana.
Ernst Jünger es otro de los forjadores de identidad europea. Sus ensayos, su extensa autobiografía relatada en forma de diario en " Radiaciones", atraviesa dos guerras mundiales y vemos al filósofo, al matemático, al poeta, al científico, al historiador, al experto en coleópteros, al último renacentista que vivió 103 años de lucidez. Si tuviera que elegir un libro suyo, elegiría el " Libro del reloj de arena", un ensayo integral sobre la medida del tiempo humano.
Que puedo decir, sólo que no podría vivir sin las letras y la música. En ellas encuentro ligereza y apoyo, mucho más que en la densa pintura, que es como mi propia sangre, me constituye pero me mareo al verla.
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