Escribir como si uno ya hubiera muerto y todas las personas que conoces no supieran quién eres.
Con esa libertad y sin que importen los juicios de los demás.
¡Ah! Es que el planeta de la escritura no es rojo ni verde.
Pintar sin miedos, sin el ahogo del resultado.
Hay grandísimos pintores en nuestro tiempo, emocionante la exposición de los Wyeth, Andrew y Jamie, padre e hijo. Sólo molesta una especie de inquietud competitiva, muy al modo americano, en esa saga de pintores. Andrew mantiene siempre una calidad altísima, una elaboración impecable, esteticista, todo estudiado, un plan elaborado sin mácula.
Jamie, más intuitivo e irregular, cuando acierta logra una pintura pura, un escalón de autenticidad emocionante, más allá de lo estético y planificado.
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