"Una Habitación": Sorprendente película, más si vas al cine y no has leído previamente nada sobre el guión y la historia a la que te enfrenta su director, Lenny Abrahamson.
Una madre y su hijo , encerrados en el microcosmos de una habitación minúscula, conectada al mundo exterior por el cielo blanco de una claraboya y enclaustrados en esas cuatro paredes, con su armario, su cama, el lavabo y los dibujos infantiles poblando los tristes muros.
La historia avanza hasta que comprendes el por qué de esa reclusión.
La visión del niño, su imaginación y sus pensamientos, sencillos e inapelables, poéticos y filosóficos desde una pureza en la mirada; ojos limpios del niño que mira a la vida como deberíamos mirar todos: como si todo ocurriera por vez primera. Las nubes pasan y la hoja de un árbol se posa en el cristal de la claraboya. Eso es la vida real, no la ficción de la otra vida a la que asiste Jack en la pequeña y antigua televisión de la habitación.
Y su madre, como el centro de su propia vida, como el ancla, el afecto, la voz clara que disipa cualquier duda: " Yo decido por los dos"
Y el viejo Nick , imagen apenas insinuada del horror. Pues el horror se siente en las entrañas de esta sentida película, pero no hace falta regodearse en el mal, se borra, se aparta, nos muestran sus consecuencias, la zozobra y las irremisibles pérdidas que nos causa, pero no hay cabida para lo siniestro en esta película, no hay lloriqueos ni sentimentalismos, queda todo en este otro margen, en el de la verdadera dignidad y la belleza. Pues el protagonista central, el niño Jack, es la demostración hecha carne de que el gusano acabará siendo mariposa, de que el monstruo puede engendrar, misteriosamente, al ángel. Lo más terrible de nuestro personal destino, lo que creíamos nos iba a destruir, y de hecho nos rompió, acaba siendo el verdadero sentido de nuestra vida, la salvación. Ahora, cuando todo está roto, es Jack, rotundo y clarividente, quien repite:" Yo decido por los dos".
" La Habitación", una vez vista, va creciendo en nuestro interior. Asistimos, impávidos, a la evolución de ese prodigioso cerebro infantil. Y nos llega su sabia e inocente revelación : A pesar del horror, la vida es bella.
Depende de cómo quieras tú mirar, depende de si decides ver todo a través de la mágica claraboya o hundirte en la ciénaga de los hechos reales y del horror.
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