No suelo hablar de política, pero el espectáculo del parlamento con esta investidura fallida es un lugar interesante para ver nuestra condición humana.
Me llamó la atención, por encima de cualquier otra , la intervención del joven Rufián, pausado, conciso, irónico, sentido. Original, con estilo propio, usando las palabras a cámara lenta, rotundo, granítico.
Se definió como Charnego, sus abuelos de Jaén y Granada, pero él lucha por la independencia de Cataluña.
¿ Hay algo más español que este joven barbado y vestido de luto, haciendo una defensa emocionante de la dignidad humilde de sus ancestros, y a la vez rechazando su propio origen pues no desea pertenecer a sus propias raíces ?
España pura, tierra de amores y odios, áspera y fuerte, contradictoria y sangrienta. Amamos al toro bravo pero buscamos la estocada perfecta y la faena sublime. Crucificamos a nuestros mejores, alabamos a nuestros abuelos pero nos avergüenza la tierra que les vio nacer. Creemos que los otros son siempre mejores, arrastramos el horrible complejo de inferioridad, el pánico al rechazo, queremos que nos acojan y nos amen, y el Charnego que quiere ser aceptado como catalán escupe en sus raíces para ser acogido y sentirse miembro puro de la nueva tierra prometida, la república ideal de Cataluña.
Emocionante y triste.
Todos somos mestizos, más en este país que es un cruce de razas, sur de Europa, puente con Africa, puerto de partida hacia Sur América.
Deberíamos aprender a integrar.
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