viernes, 29 de abril de 2016

AL DESPERTAR DE UN SUEÑO

Te lo puedes llegar a creer, pero entonces eres un iluso.

Había perdido el pelo a puñados, me habían repudiado enviándome a las porquerizas del palacio, para que durmiera allí, me encontraba desnudo y abandonado, y me pregunté qué había hecho o qué había dejado de hacer para encontrarme en esa situación de desamparo.
¿ Era ese el lugar que yo podía ofrecer, tras una larga vida, a mi amada mujer?
¿ Dónde estaba mi ufano estado espiritual, dónde mi iluminación? ¿ Dónde mis logros materiales, dónde cualquier resto de posesión? ¿ Dónde la sabiduría arduamente conquistada?
¿Cómo aconsejar a mi querido hijo desde mi miseria moral y material?

¡ Ah ! desperté del sueño sumido en el pánico.
Era esa hora entre la oscuridad y el primer atisbo de luz.
Qué difícil juzgarnos, a nosotros mismos y a los demás, da igual a quién elijas para evaluar.

Puedes escoger al Rey, y si profundizas será difícil establecer si es un truhán inmoral que se fue apropiando del dinero de sus súbditos o si es en verdad el mayor benefactor de la patria.
Puedes escoger al Gurú y verás frente a su gruta una cola kilométrica de seres esperando su bendición, y en un pueblo remoto podrías encontrar a la mujer desolada y, abandonada por ese mismo anacoreta, con sus tres hijos llorando la ausencia de aquel marido que se irresponsabilizó de la familia que él mismo había creado.

En verdad qué poco sabemos de nada, da igual la materia en la que quieras indagar.
Intenta comer saludablemente para cuidar tu propio cuerpo, ¿ se debe comer carne, es mejor ser vegano o vegetariano, o tomar solamente zumos licuados y alimentos crudos y verdes?
Intenta profundizar y encontrarás opiniones diametralmente opuestas, ambas convencidas fanáticamente de su verdad.

¡Ah!, sólo puedo decir que cada vez que pongo un lienzo en blanco ante mi, sé que la vida empieza radicalmente de nuevo, y que las pinceladas de ayer no me van a pintar el lienzo de hoy.
Vuelvo a ser el joven ignorante que sueña con alcanzar la belleza.
Existe, igual que la bondad, que la inteligencia, que la luz precisa y reveladora.
Sólo sé que quiero vivir cerca de esa presencia purificadora, y que eso no tiene fin.


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