Entro en el estudio y veo los cuadros al revés, dejan de ser una referencia a la realidad de la que tomaron inspiración y son meros grafismos.
Un cuento pintado con mis manos, mi vocación, mi vida.
No pasaría nada si el fuego los quemara, así es todo de precario.
Quedaría en mi la combustión con la que fueron pintados, el fuego de la inspiración, el instante de gracia, el alumbramiento en el que yo dejé de ser, para ser otra cosa.
Un soplo de comunicación.
Un aprendizaje.
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