Era la primera vez que salía de España, la primera vez que volaba en avión, la primera vez que mis padres me dedicaban su compañía.
Llegamos a Dublin, y dormimos en un hotel, recuerdo los taxis, las luces nocturnas, la cama blanca y mullida; todo era sorprendente para un niño acostumbrado a vivir en el campo.
Al día siguiente hicimos un viaje en coche atravesando prados verdes y árboles inmensos.
Hasta llegar a un gran edificio gris rodeado de jardín y un bosque cercano.
Allí nos recibieron unas monjas y me llevaron a ver unos caballos en el prado del bosque.
Aquel caserón ceniciento tenía el color de las nubes y sus torres llegaban hasta el cielo. Había una extraña máquina de cortar la hierba y una avispa amarilla que no paraba. Cuando volví del paseo, mi madre ya no estaba.
Se había ido.
Yo me quedé en compañía de aquellas monjas. No entendía el inglés, así que no sabía de que me hablaban ni donde estaba ni por qué. Me llevaron a una habitación y me presentaron a otro niño, Martin Lavin. Me pusieron el uniforme encima de mi cama. Recuerdo la gorra de franela burdeos con un triángulo gris en el frontal, y ahí dentro el escudo con dos corazones y las letras doradas : L.S.U. Killashee : el nombre del internado.
Se me abrió un vacío insondable en el corazón.
Yo tenía 7 años.
Y ahí empezó todo.
sábado, 31 de mayo de 2014
jueves, 29 de mayo de 2014
CADA DIA
Cuanto de soledad hay en la pintura, eso solo lo sabemos los pintores. La gente ya no tiene tiempo para pasar horas en el Estudio posando pacientemente y asistiendo en directo a la pintura del retrato. Ya no hay talleres grandes donde el Maestro tenía sus aprendices y la enseñanza era un proceso diario y natural. Ahora los pintores somos solitarios encerrados en nuestros talleres.
Eso no quiere decir que lo de hoy sea peor que lo de ayer, es un hecho, es así. La soledad también te da una libertad inmensa, no está la presión de enseñar lo que pintas y ver si es aprobado por el retratado.
Y la creación puede ser sin barreras, el estudio se puede desmontar y mover entero, para que la danza de la pintura surja , papeles de periódicos por el suelo, botes llenos de óleo, pinceles, aceites, trementina, ese olor denso que se te mete hasta los huesos. Sí, la pintura es algo físico, tiene su cocina, hay que mancharse las manos y olvidarse del mundo que hay tras el ventanal, para que del lienzo surja el mundo propio.
Pero el Estudio no es una torre de marfil. Al pasar las horas, cuando uno ya está inmerso en ese silencio detenido, todo se va poblando de vida al ritmo insonoro de la luz, los rostros se recogen en su propia gloria, los paisajes elegidos se convierten en la Tierra prometida, los cielos se despliegan expansivos, la delicadeza terminal alumbra en las flores antes de marchitarse. El roce del pincel acaba siendo el mantra de una oración.
Y así cada día.
Cuanto de soledad hay en la pintura, eso solo lo sabemos los pintores. La gente ya no tiene tiempo para pasar horas en el Estudio posando pacientemente y asistiendo en directo a la pintura del retrato. Ya no hay talleres grandes donde el Maestro tenía sus aprendices y la enseñanza era un proceso diario y natural. Ahora los pintores somos solitarios encerrados en nuestros talleres.
Eso no quiere decir que lo de hoy sea peor que lo de ayer, es un hecho, es así. La soledad también te da una libertad inmensa, no está la presión de enseñar lo que pintas y ver si es aprobado por el retratado.
Y la creación puede ser sin barreras, el estudio se puede desmontar y mover entero, para que la danza de la pintura surja , papeles de periódicos por el suelo, botes llenos de óleo, pinceles, aceites, trementina, ese olor denso que se te mete hasta los huesos. Sí, la pintura es algo físico, tiene su cocina, hay que mancharse las manos y olvidarse del mundo que hay tras el ventanal, para que del lienzo surja el mundo propio.
Pero el Estudio no es una torre de marfil. Al pasar las horas, cuando uno ya está inmerso en ese silencio detenido, todo se va poblando de vida al ritmo insonoro de la luz, los rostros se recogen en su propia gloria, los paisajes elegidos se convierten en la Tierra prometida, los cielos se despliegan expansivos, la delicadeza terminal alumbra en las flores antes de marchitarse. El roce del pincel acaba siendo el mantra de una oración.
Y así cada día.
miércoles, 28 de mayo de 2014
HIJOS
Ellos están inmersos en la estela de la libertad, de su propia voz interior, han elegido ser ellos mismos por encima de cualquier otra opción. No es fácil salirse de la senda trillada, del camino conocido, caminan talentosos por el alambre sin red pero con paso decidido.
Pedro , samurai del golf. Competencia feroz, pero trabaja en la naturaleza, rodeado de árboles y verde( aunque en su caso los árboles sean enemigos). Viaja por todo el mundo, apenas permanece en el hogar, y cada semana se enfrenta a su propia realidad con un ranking matemático que le recuerda su posición. Ese ranking no dice nada de quien le pega mejor a la bola o quien tiene el swing más estético, sólo sabe de resultados. Es triste pero es real. Hechos y no suposiciones.
Diego era un gran jugador de fútbol, y es el único que no tenía una vocación clara . Pero ha conseguido vivir a su manera. Cada mañana le salen las alas y coge su coche , está en la calle, con la gente, es popular, todo el mundo le adora, no tiene pose, vende autenticidad y la gente le mira a los ojos y ven verdad, así que siempre le irá bien. No se sentará detrás de un mesa nunca. Cuando era niño era incapaz de ir en el coche con las ventanas cerradas, siempre las abría, necesitaba aire, siempre, siempre lo necesitará.
Y Reyes, quizá ella está llamada para pintar la luminosidad, la alegría, la levedad de lo intangible, la sonrisa. En un mundo en el que los artistas pintan lo cadavérico, la guerra, lo tenebroso, lo feo, lo distorsionado ... Quizá nos haga falta alguien a todos, ese ser que nos devuelva a la gran belleza, a lo armónico, a la inefable alegría...
Ellos están inmersos en la estela de la libertad, de su propia voz interior, han elegido ser ellos mismos por encima de cualquier otra opción. No es fácil salirse de la senda trillada, del camino conocido, caminan talentosos por el alambre sin red pero con paso decidido.
Pedro , samurai del golf. Competencia feroz, pero trabaja en la naturaleza, rodeado de árboles y verde( aunque en su caso los árboles sean enemigos). Viaja por todo el mundo, apenas permanece en el hogar, y cada semana se enfrenta a su propia realidad con un ranking matemático que le recuerda su posición. Ese ranking no dice nada de quien le pega mejor a la bola o quien tiene el swing más estético, sólo sabe de resultados. Es triste pero es real. Hechos y no suposiciones.
Diego era un gran jugador de fútbol, y es el único que no tenía una vocación clara . Pero ha conseguido vivir a su manera. Cada mañana le salen las alas y coge su coche , está en la calle, con la gente, es popular, todo el mundo le adora, no tiene pose, vende autenticidad y la gente le mira a los ojos y ven verdad, así que siempre le irá bien. No se sentará detrás de un mesa nunca. Cuando era niño era incapaz de ir en el coche con las ventanas cerradas, siempre las abría, necesitaba aire, siempre, siempre lo necesitará.
Y Reyes, quizá ella está llamada para pintar la luminosidad, la alegría, la levedad de lo intangible, la sonrisa. En un mundo en el que los artistas pintan lo cadavérico, la guerra, lo tenebroso, lo feo, lo distorsionado ... Quizá nos haga falta alguien a todos, ese ser que nos devuelva a la gran belleza, a lo armónico, a la inefable alegría...
SUEÑOS
El mundo de los sueños, y no me refiero a metas que nos proponemos ni a objetivos por los que luchar, sino a sueños nocturnos y pesadillas varias, es revelador de nuestros estados. La razón es demasiado ortodoxa y está adiestrada por lo que oímos , por lo que se nos dice, por la convención, por lo que los demás quieren que seamos, por lo que nosotros mismos querríamos ser...
Pero el sueño es salvaje, ahí somos libres y lo oscuro reina en las sombras, aparecen los instintos puros, los afectos heridos, el reino del corazón desatado. Y está bien que sea así. Recordamos quienes somos.
Y se sueña con contornos definidos, rotundos, el sueño es contundente como un puñetazo en nuestro centro de gravedad.
Y entendemos mejor al criminal y al asceta.
Y nos entendemos mejor a nosotros mismos.
El mundo de los sueños, y no me refiero a metas que nos proponemos ni a objetivos por los que luchar, sino a sueños nocturnos y pesadillas varias, es revelador de nuestros estados. La razón es demasiado ortodoxa y está adiestrada por lo que oímos , por lo que se nos dice, por la convención, por lo que los demás quieren que seamos, por lo que nosotros mismos querríamos ser...
Pero el sueño es salvaje, ahí somos libres y lo oscuro reina en las sombras, aparecen los instintos puros, los afectos heridos, el reino del corazón desatado. Y está bien que sea así. Recordamos quienes somos.
Y se sueña con contornos definidos, rotundos, el sueño es contundente como un puñetazo en nuestro centro de gravedad.
Y entendemos mejor al criminal y al asceta.
Y nos entendemos mejor a nosotros mismos.
martes, 27 de mayo de 2014
Es extraño esto de los contrarios. Lo que nos entra por los ojos y los sentidos no suele ser lo que creíamos, el azúcar nos gusta pero va minando nuestro organismo, el bienestar profundo exige una disciplina ardua de seguir, a veces hay que abrirse a la izquierda para girar a la derecha, y dejar a las personas en la penumbra para que la media luz ilumine el verdadero ser que llevan dentro.
No siempre es el cielo azul y brillante lo más hermoso, ni la radiante juventud lo más atractivo.
Hay corrientes subterráneas por las que circula el aire reparador, flujos ocultos que nos llenan la sangre de vida. La plena luz nos ciega y el sol quema. Es el misterioso juego de los contrarios. El agua acaba venciendo al fuego.
No siempre es el cielo azul y brillante lo más hermoso, ni la radiante juventud lo más atractivo.
Hay corrientes subterráneas por las que circula el aire reparador, flujos ocultos que nos llenan la sangre de vida. La plena luz nos ciega y el sol quema. Es el misterioso juego de los contrarios. El agua acaba venciendo al fuego.
FUEGOS
El dolor llega abrasivo y absolutista, nos sobreviene arrasando todo, sin dejar espacio para nada más.
Es una luz, pero una señal luminosa de aviso, te invado para que te muevas, parece decirnos...
Y esa es su misión, movilizarnos, hacer que abandonemos el lugar en el que creíamos estaban nuestra seguridad, nuestras raíces, nuestros agarres. El dolor persiste hasta que nos abrimos a lo más profundo del ser, esa tierra que está mucho más honda que la última raíz, que cualquier pilar que pudiéramos creer que nos sostenía; si, el dolor te lleva más allá, a la intemperie, donde no hay más remedio que aceptarse humildemente, reconocerse minúsculo, vulnerable. Y desde esa asunción, caminar ya de otra manera, emprender el camino de vuelta pero ya sin agarres, ni raíces, ni seguridades, caminar liviano, sin nada que perder...pues nadie tiene nada valioso que pueda perderse. Lo que nos salva, eso sigue en nosotros, lo que perdimos era un lastre, así que ahora podemos subir las cuestas tan ligeros...
Por eso el dolor es sagrado, es el fuego liberador que quema todo lo que nos limita. Pero liberados, hay que gritar y correr para dejar atrás ese fuego. Hay que volver a la alegría para vivir sin peso, para que el instante vuelva a ser leve, para consumar y ser parte de la gran belleza.
El dolor llega abrasivo y absolutista, nos sobreviene arrasando todo, sin dejar espacio para nada más.
Es una luz, pero una señal luminosa de aviso, te invado para que te muevas, parece decirnos...
Y esa es su misión, movilizarnos, hacer que abandonemos el lugar en el que creíamos estaban nuestra seguridad, nuestras raíces, nuestros agarres. El dolor persiste hasta que nos abrimos a lo más profundo del ser, esa tierra que está mucho más honda que la última raíz, que cualquier pilar que pudiéramos creer que nos sostenía; si, el dolor te lleva más allá, a la intemperie, donde no hay más remedio que aceptarse humildemente, reconocerse minúsculo, vulnerable. Y desde esa asunción, caminar ya de otra manera, emprender el camino de vuelta pero ya sin agarres, ni raíces, ni seguridades, caminar liviano, sin nada que perder...pues nadie tiene nada valioso que pueda perderse. Lo que nos salva, eso sigue en nosotros, lo que perdimos era un lastre, así que ahora podemos subir las cuestas tan ligeros...
Por eso el dolor es sagrado, es el fuego liberador que quema todo lo que nos limita. Pero liberados, hay que gritar y correr para dejar atrás ese fuego. Hay que volver a la alegría para vivir sin peso, para que el instante vuelva a ser leve, para consumar y ser parte de la gran belleza.
lunes, 26 de mayo de 2014
sábado, 24 de mayo de 2014
Musas
Reyes hace unas fotos personales, y le sale natural, lleva dentro la belleza, es artista sin pretenderlo, sin intelectualísimos ni poses.
Y cuando se pone a pintar, su pintura te saca la sonrisa, eso si que es difícil.
Todo en sus cuadros se mueve, es la danza natural de lo vivo, lo alegre, y yo aprendo, los viejos debemos aprender de nuestros jóvenes.
Yo aprendo de la juventud, pero tengo veneración por los ancianos, los auténticos Maestros. Ellos están de vuelta, son elixir, sabiduría, experiencia. Desprendimiento. Están con un pie aquí y otro allá.
Y por eso disfrutan de cada segundo, de cada don, de cada regalo de los días.
Me gusta esta foto que me hizo mi hija, porque salgo del universo pictórico ¿ quien hizo esa pintura que está ahí al fondo? ¿Yo? O fueron las musas, un don caído de ese otro mundo... Solamente hay que estar en el espacio justo para recibirlo. Y la pintura deviene en realidad independiente, como un árbol, una piedra, un pájaro que cruza el cielo y lleva su canto a otras tierras...
jueves, 22 de mayo de 2014
Estábamos en la gran pradera verde. Ya no quedaban socios en PH. Dando bolas, una y otra y otra. Repitiendo el gesto para hacer natural el swing sin esfuerzo, ese que lanza la bola en la trayectoria soñada. Pedro, Diego, y yo. Un padre con sus dos hijos. Pero eso no era lo importante. Eramos, en aquel lugar y momento, tres jugadores de golf. Tres samurais en busca del movimiento perfecto. Era esa última hora de la tarde en la que ya no hay sombras, sólo se oía el roce de las maderas acariciando la hierba, y el sonido seco del impacto en la bola.
Y entonces empecé a gritar...¡¡¡¡¡AAAAAAH!!!!!!... La euforia no tiene palabras....El grito llegó al final del campo de practicas y más allá de la gran pradera....
Recuerdo tantas veces ese momento, está grabado ahí, en algún lugar suspendido.
Pedro se quedó mirándome un rato..."- Lo vives, eh?... Como lo vives !!!!
El es hoy jugador profesional de golf, él si es un verdadero Samurai.
Un día de estos va a armar un taco...
Y entonces empecé a gritar...¡¡¡¡¡AAAAAAH!!!!!!... La euforia no tiene palabras....El grito llegó al final del campo de practicas y más allá de la gran pradera....
Recuerdo tantas veces ese momento, está grabado ahí, en algún lugar suspendido.
Pedro se quedó mirándome un rato..."- Lo vives, eh?... Como lo vives !!!!
El es hoy jugador profesional de golf, él si es un verdadero Samurai.
Un día de estos va a armar un taco...
miércoles, 21 de mayo de 2014
PIEDAD RONDANINI
Escuchaba la entrevista de un torero, hablaba del toreo de salón, de su importancia. De como recrearse en la soledad, de depurar ahí la belleza ... para que luego saliera natural eso en la plaza y ante la fiereza del toro.
Igual en la pintura. El arte abstracto, la máxima libertad, el espíritu sin límites. Eso es toreo de salón.
Y la figuración es torear con el toro.
Me viene ahora la última piedad de Miguel Angel, la piedad Rondanini, en El Castillo Sforzesco de Milan. Está ya más allá del realismo y de la perfección que buscaba el joven Miguel Angel en su primera piedad del Vaticano. La piedad Rondanini está despojada de detalles, es pura espiritualidad desbordando la forma, es sólo presencia, nos pone ante el misterio, llenando el aire de temblor. Suspendida fuera del tiempo, fuera de cualquier "ismo", en otra frontera.
Igual en la pintura. El arte abstracto, la máxima libertad, el espíritu sin límites. Eso es toreo de salón.
Y la figuración es torear con el toro.
Me viene ahora la última piedad de Miguel Angel, la piedad Rondanini, en El Castillo Sforzesco de Milan. Está ya más allá del realismo y de la perfección que buscaba el joven Miguel Angel en su primera piedad del Vaticano. La piedad Rondanini está despojada de detalles, es pura espiritualidad desbordando la forma, es sólo presencia, nos pone ante el misterio, llenando el aire de temblor. Suspendida fuera del tiempo, fuera de cualquier "ismo", en otra frontera.
No sé por qué, intuyo que tú no necesitas letras,
apenas necesitas las imprescindibles palabras,
erguida como estás en tu misterio.
( Así que perdón por regalarte un libro,
un libro escrito por mi.)
Quizá porque eres el centro, aunque tú no lo sepas,
y los satélites giran a tu alrededor.
Quizá porque eres una isla para tanto naufrago,
o el puerto donde levantar piedra sobre piedra
para permanecer ahí en tu silencio.
Y mirar todos los cielos
y todos los mares
que hay en ti.
LOS EXTREMOLICOS
Ocupaba el asiento trasero de un Taxi que circulaba por la calle Mayor, y entonces vio, a través de la ventana del coche, a un hombre maduro, con su bigote y su sombrero, del tamaño de un niño de siete años. "Mire... Mire que perfección de hombre diminuto..." le dijo al taxista, y este, al ver a aquel ser extraordinario, contestó -" si, si, ese es como los melancólicos..."
Al ver la expresión estupefacta del viajero, el taxista intentó precisar: -" si hombre, esos que son achinados..."
Se refería a los mongólicos, esos seres sagrados que tienen el síndrome de Down.
Cualquier tara física, supone una marginación, es considerada estadísticamente escasa, así que las miradas de la gente caen sobre el infortunado excepcional. Recuerdo ahora la dignidad humana del Niño de Vallecas, ese ser pintado con devoción por Velazquez.
Porque Velazquez atravesó la circunstancia humana del enano, mera anécdota, y fue directo al ser, y ahí nos encontramos con lo sagrado, con la profunda hermandad de lo humano, donde todos estamos unidos sin distinción de raza, sexo, salud, enfermedad o cualquier otra distinción.
Y quien son los extremólicos? Hölderlin( sin duda él lo era), dejó escrito:" Y así, saciado en el éxtasis, mi corazón se llegue hasta morir. Entonces sonreiré satisfecho a las feroces sombras y a los oscuros abismos. Un solo día habré vivido como los dioses. Y eso basta."
Extremólicos, fugitivos, melancólicos, exiliados... Ah!... todos aquellos que osaron aspirar y vivieron el amor excelso, que eligieron vivir a su manera auténtica y feroz, a tope, sin caretas ni máscaras, sin uniformes, sin gregarismos ni agarres, ni sostén de ningún tipo. Los que se derrocharon en los demás, los que fueron generosos sin condiciones, los que se entregaron sin reservas, sin calcular las consecuencias...
La gente normal busca el equilibrio, la comodidad, el buen vivir, la seguridad de un sueldo, el triángulo de las jerarquías. La eterna ficción de la matemática...como si uno +uno fueran siempre dos...
Los que se aventuran en la vida sin contratos son proscritos, aventureros, son marginados peligrosos que osan poner en riesgo lo establecido. Van gritando en silencio algo que todos sabemos...Y es, que nada hay seguro, que nada es permanente, que la esencia de la vida es la fugacidad y que esa esencia exige y nos reclama la alta intensidad, la eternidad está en el presente, el primer beso es único, y el siguiente y el siguiente, la vida es una sucesión de milagros en fuga y el que no tenga ojos para sentirlo es que tiene el corazón muerto.
Si, un solo día vivido como los dioses, es una revelación que se paga. Quien no se mantenga en la bendita lucidez, será para el resto de su vida un desterrado, un solitario y triste exiliado.
El privilegio de haber vivido de verdad exige verdad. Y la verdad, valentía. Y el que se expone queda exhausto.
Toda construcción humana, toda la pintura, la literatura, las catedrales, todo es una tentativa de inmortalidad, es la fantasía del hombre que busca perpetuarse. Son aproximaciones al País de Nunca Jamás.
Escalemos hasta la cumbre, y ahí, subidos en la saliente roca del acantilado, miremos el horizonte lejano, ahí donde las últimas luces funden la tierra con el cielo. Y en ese silencio no hay papeles, ni templos, ni convenciones. Es el reino de la vida y la muerte. La desnudez primera y última. No hay más. Sólo desde esa verdad sonreiremos a las feroces sombras.
Entre hacer las cosas mal y hacerlas con verdad, hay un término medio que es no hacerlas. Es el descanso de los auténticos. Todo menos llenar el mundo de mierda.
La burocracia es una convención necesaria, es la triste realidad del vivir cotidiano.
Pero la verdadera vida no está ahí.
Coge tu chaqueta y tírala...
Ocupaba el asiento trasero de un Taxi que circulaba por la calle Mayor, y entonces vio, a través de la ventana del coche, a un hombre maduro, con su bigote y su sombrero, del tamaño de un niño de siete años. "Mire... Mire que perfección de hombre diminuto..." le dijo al taxista, y este, al ver a aquel ser extraordinario, contestó -" si, si, ese es como los melancólicos..."
Al ver la expresión estupefacta del viajero, el taxista intentó precisar: -" si hombre, esos que son achinados..."
Se refería a los mongólicos, esos seres sagrados que tienen el síndrome de Down.
Cualquier tara física, supone una marginación, es considerada estadísticamente escasa, así que las miradas de la gente caen sobre el infortunado excepcional. Recuerdo ahora la dignidad humana del Niño de Vallecas, ese ser pintado con devoción por Velazquez.
Porque Velazquez atravesó la circunstancia humana del enano, mera anécdota, y fue directo al ser, y ahí nos encontramos con lo sagrado, con la profunda hermandad de lo humano, donde todos estamos unidos sin distinción de raza, sexo, salud, enfermedad o cualquier otra distinción.
Y quien son los extremólicos? Hölderlin( sin duda él lo era), dejó escrito:" Y así, saciado en el éxtasis, mi corazón se llegue hasta morir. Entonces sonreiré satisfecho a las feroces sombras y a los oscuros abismos. Un solo día habré vivido como los dioses. Y eso basta."
Extremólicos, fugitivos, melancólicos, exiliados... Ah!... todos aquellos que osaron aspirar y vivieron el amor excelso, que eligieron vivir a su manera auténtica y feroz, a tope, sin caretas ni máscaras, sin uniformes, sin gregarismos ni agarres, ni sostén de ningún tipo. Los que se derrocharon en los demás, los que fueron generosos sin condiciones, los que se entregaron sin reservas, sin calcular las consecuencias...
La gente normal busca el equilibrio, la comodidad, el buen vivir, la seguridad de un sueldo, el triángulo de las jerarquías. La eterna ficción de la matemática...como si uno +uno fueran siempre dos...
Los que se aventuran en la vida sin contratos son proscritos, aventureros, son marginados peligrosos que osan poner en riesgo lo establecido. Van gritando en silencio algo que todos sabemos...Y es, que nada hay seguro, que nada es permanente, que la esencia de la vida es la fugacidad y que esa esencia exige y nos reclama la alta intensidad, la eternidad está en el presente, el primer beso es único, y el siguiente y el siguiente, la vida es una sucesión de milagros en fuga y el que no tenga ojos para sentirlo es que tiene el corazón muerto.
Si, un solo día vivido como los dioses, es una revelación que se paga. Quien no se mantenga en la bendita lucidez, será para el resto de su vida un desterrado, un solitario y triste exiliado.
El privilegio de haber vivido de verdad exige verdad. Y la verdad, valentía. Y el que se expone queda exhausto.
Toda construcción humana, toda la pintura, la literatura, las catedrales, todo es una tentativa de inmortalidad, es la fantasía del hombre que busca perpetuarse. Son aproximaciones al País de Nunca Jamás.
Escalemos hasta la cumbre, y ahí, subidos en la saliente roca del acantilado, miremos el horizonte lejano, ahí donde las últimas luces funden la tierra con el cielo. Y en ese silencio no hay papeles, ni templos, ni convenciones. Es el reino de la vida y la muerte. La desnudez primera y última. No hay más. Sólo desde esa verdad sonreiremos a las feroces sombras.
Entre hacer las cosas mal y hacerlas con verdad, hay un término medio que es no hacerlas. Es el descanso de los auténticos. Todo menos llenar el mundo de mierda.
La burocracia es una convención necesaria, es la triste realidad del vivir cotidiano.
Pero la verdadera vida no está ahí.
Coge tu chaqueta y tírala...
martes, 20 de mayo de 2014
Volver a pintar con el corazón, encendido, con el asombro y la curiosidad y la incertidumbre del niño, olvidarse de lo que ya es conocido, buscar esa otra cosa, eso que está ahí desde siempre, tener el valor de dejarlo aparecer, de quitarse la ropa de la técnica, del exhibicionismo, ir directamente a lo recóndito, al "Erase una vez", a la poesía, a esa Casa encendida...
Ese cuadro es para la portada del libro del gran Luis Rosales, y ahí, en la guarida de la poesía, nos refugiamos todos los fugitivos, los que planeamos asaltos, los rebeldes, los eternamente niños, los abrazados por la sagrada locura, los que perdimos para siempre el sentido común, los embriagados de las cumbres...y los abismos, los extremólicos, los que un día vivimos junto a los Dioses y ya no queremos regresar a la mediocridad, alzo mi copa por ti, Hölderlin, Vincent... Te echo de menos , amigo Cioran... A estas alturas ya sólo podemos pedirle a la vida verdad, sólo un poco de verdad, y tratarnos con ternura, que tire la primera piedra el que no lleve el morral lleno de derrotas...Calma señores, calma!...
Ese cuadro es para la portada del libro del gran Luis Rosales, y ahí, en la guarida de la poesía, nos refugiamos todos los fugitivos, los que planeamos asaltos, los rebeldes, los eternamente niños, los abrazados por la sagrada locura, los que perdimos para siempre el sentido común, los embriagados de las cumbres...y los abismos, los extremólicos, los que un día vivimos junto a los Dioses y ya no queremos regresar a la mediocridad, alzo mi copa por ti, Hölderlin, Vincent... Te echo de menos , amigo Cioran... A estas alturas ya sólo podemos pedirle a la vida verdad, sólo un poco de verdad, y tratarnos con ternura, que tire la primera piedra el que no lleve el morral lleno de derrotas...Calma señores, calma!...
martes, 6 de mayo de 2014
lunes, 5 de mayo de 2014
jueves, 1 de mayo de 2014
La Bicicleta
LA BICICLETA
La bicicleta es en si misma una obra perfecta, silenciosa,
aerodinámica, un juguete que permite a los adultos permanecer en el mundo de
los sueños, en la infancia perpetua. Uno puede colocar la bici en un salón, y
es una escultura, tiene la belleza de las escopetas inglesas, de las maderas y los hierros de golf
antiguos, de los balones de futbol de cuero.
Pero la verdad es que la bici se funde en figura única con
nuestro cuerpo y ahí empieza la verdadera historia de amor que el ciclista
tiene con su bici. Y se une con nosotros por la entrepierna, en contacto con el sillín afilado, ese que los
neófitos miran con incredulidad, pues parecería que nadie puede reposar ahí, en
esa superficie mínima para evitar rozaduras y mantener la ligereza del
conjunto. La ligereza, el grial de todo ciclista, la levedad, subir sin peso,
descender sin rozamiento, avanzar atravesando la resistencia del aire,
enseguida el ciclista sabe que tiene que poner su cuerpo a punto, merecer una
figura que no distorsione en una máquina perfecta; somos el motor que imprime
potencia y velocidad, es nuestro corazón el que mueve los pedales y las piernas
del ciclista, estilizadas y potentes, morenas, piel pura sin pelo, con ese color
especial que adquiere la piel nunca detenida, siempre en movimiento, con su
cadencia mágica, nunca debería bajar de 90 pedaladas por minuto, esa estela
rítmica que se desplaza y acaba siendo viento en el aire.
La bici, y a partir de ahora cuando digo bici me refiero al
conjunto máquina-hombre, es un ser fronterizo, rebelde, no es peatón pero puede
ir por la acera y transgredir las leyes yendo en dirección contraria, y tampoco
es vehículo, aunque circule por carretera; es un binomio mágico y sin
edades, pues abarca al niño de cinco
años y al anciano de 95, los dos llevan la misma sonrisa ciclista. Desafía los
atascos, no poluciona en ciudad, vamos a los sitios a la velocidad perfecta,
esa que permite contemplar lo que nos rodea y llegar a tiempo y silenciosamente
a la meta.
El que es ciclista sabe que la bici es también un
aprendizaje: ir, cada día ,un poco más
lejos en la resistencia al dolor. Atravesar la frontera de los 50 km, la de los
100, y más adelante los 150 y también los 200km. Disfrutar sufriendo, se disfruta porque los
puertos y las pendientes duelen en las piernas y en el pecho, pero la máquina
sube alada, y el corazón agiganta su tamaño, y se hace titánico, guerrero de la
paz y el silencio, aspira expira, la vida no es más que respirar, es el
instante perfecto, suena la sinfonía de nuestros pulmones y la brisa que alivia
nuestro sudor. El ciclismo puede ser solitario y místico, lo sabe quien escala
cumbres verdes y nevadas, atraviesa bosques y estepas, carreteras interminables
y desérticas; y en ese tránsito uno pedalea hasta el umbral de la propia
muerte, pues sucede algo parecido al relato de los resucitados, a lo que
cuentan los que regresaron de un estado de coma o que superaron un paro
cardiaco: La vida entera pasa por el cerebro en una sucesión sintética y fugaz.
Y a la vez uno es la nube y el sol, el bosque y la roca, la curva de herradura.
Pero el ciclismo también es social, se puede pertenecer a un pelotón, y dejarse
llevar a 50 km por hora, sin viento de cara, es como ser el vagón en una
locomotora, como ser una nota en una composición musical, son sensaciones
extraordinarias, circulares y eternas como las mismas ruedas.
Los ciclistas nos saludamos siempre cuando nos cruzamos en
las carreteras, sabemos que pertenecemos a un pelotón en donde no existen las
clases sociales, ni las jerarquías. El primer ciclista del mundo admira al que
llega el último. Se pertenece a una hermandad.
El ciclismo también es mágico, lo es en sentido literal. Me
sucedió un buen día, al bajarme de la bici, abrir la puerta de mi estudio de
pintor, dejar la bici ya en su sitio, quitarme las zapatillas y las gafas, y
por último el casco. Salió volando de mi cabeza una mariposa blanca, ni
siquiera la noté mientras pedaleaba, fue un polizón ligero y bello, el número
tres que faltaba en el binomio.
La bici tiene que ver con las sonrisas y con las lágrimas.
Nunca olvidaré subir el Tourmalet con densa niebla y fina lluvia, y en los dos
km finales, ya en las cumbres peladas y rocosas, dejar las nubes abajo y ver el
sol tan cerca, y mi bici de carbono era
la misma levedad envuelta en el azul radiante y las lágrimas eran de felicidad,
de plenitud, de sentirse uno con el todo. Y ponerse en el pecho el papel de
periódico y tirarse para abajo sobre las cubiertas de 23mm a 80 km por hora, y
que es la bici entonces sino un vuelo…
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