Es extraño esto de los contrarios. Lo que nos entra por los ojos y los sentidos no suele ser lo que creíamos, el azúcar nos gusta pero va minando nuestro organismo, el bienestar profundo exige una disciplina ardua de seguir, a veces hay que abrirse a la izquierda para girar a la derecha, y dejar a las personas en la penumbra para que la media luz ilumine el verdadero ser que llevan dentro.
No siempre es el cielo azul y brillante lo más hermoso, ni la radiante juventud lo más atractivo.
Hay corrientes subterráneas por las que circula el aire reparador, flujos ocultos que nos llenan la sangre de vida. La plena luz nos ciega y el sol quema. Es el misterioso juego de los contrarios. El agua acaba venciendo al fuego.
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