martes, 27 de mayo de 2014

                                                             FUEGOS

El dolor llega abrasivo y absolutista, nos sobreviene arrasando todo, sin dejar espacio para nada más.
Es una luz, pero una señal luminosa de aviso, te invado para que te muevas, parece decirnos...
 Y esa es su misión, movilizarnos, hacer que abandonemos el lugar en el que creíamos estaban nuestra seguridad, nuestras raíces, nuestros agarres. El dolor persiste hasta que nos abrimos a lo más profundo del ser, esa tierra que está mucho más honda que la última raíz, que cualquier pilar que pudiéramos creer  que nos sostenía;  si, el dolor te lleva más allá,  a la intemperie, donde no hay más remedio que aceptarse humildemente, reconocerse minúsculo, vulnerable. Y desde esa asunción, caminar ya de otra manera, emprender el camino de vuelta pero ya sin agarres, ni raíces, ni seguridades, caminar liviano, sin nada que perder...pues nadie tiene nada valioso que pueda perderse. Lo que nos salva, eso sigue en nosotros, lo que perdimos era un lastre, así que ahora podemos subir las cuestas tan ligeros...
   Por eso el dolor es sagrado, es el fuego liberador que quema todo lo que nos limita. Pero liberados, hay que gritar y correr para dejar atrás ese fuego. Hay que volver a la alegría para vivir sin peso, para que el instante vuelva a ser leve, para consumar y ser parte de la gran belleza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario