Empecé a pintar como quien echa a andar, de una forma natural. En algún momento, los sueños de tener una aclamación total se han pasado por la cabeza, pero son pasajeros y superficiales. Lo que se mantiene siempre es el convencimiento de que la mejor pintura está en mi, y que va a llegar. Y que no importa la edad. No hay que ser niños prodigio, sino viejos prodigio, y más en pintura. Ahí están Leonardo, Miguel Angel, Tiziano, Rembrandt, Velazquez, Goya... Todos nos entregaron lo mejor de si mismos en su última edad.
Ahora se trata de seguir pintando, de ser un resistente, me parece un sueño haber podido vivir de mis manos de pintor, sacar adelante a mis hijos, comprar el pan de todos los días, ya es mucho. Y en un mundo en el que la gente pregunta si haces algo más que pintar...
La pintura tiene poco que ver con la exposición personal o con la vanidad. Está enraizada con la necesidad tan humana de comunicarse y con la tendencia original y la búsqueda de la verdad que tenemos todos los seres humanos. Y con el profundo anhelo de belleza.
Cuando vi la capilla Sixtina en Roma, supe que ese fresco soñado en las alturas, era tan real y hermoso como el otro cielo azul. Y lo había hecho un hombre. Difícil de creer.
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