No importamos tanto nosotros, sino lo que hacemos. Importa el ser, no la corteza del apego que nos ata y nos limita. Desde la libertad del ser se ama de verdad. Desde el apego, lo que mata es el miedo y el egoísmo, es como correr con grilletes en los pies. Hay que desechar tanta basura, todos tenemos un poco el síndrome de Diógenes, acumulamos, caemos en el conocimiento marchito, eso que creíamos saber valía para ayer, no ya para hoy. No sólo se acumula la riqueza material, hay eruditos que te sueltan su ladrillo cultural, millonarios ostentosos de su conocimiento enciclopédico. Pero repiten fórmulas adquiridas desde la autoridad vigente. No hablan de sus descubrimientos ni de sus enamoramientos. Saber mirar, sentir desde dentro, son pocos los que tienen ese don.
Sentir la melodía, sentir el color, sentir a la persona que está junto a ti. Y es el sentimiento lo que te va llevando a un estado que está más allá del propio sentimiento.
Y ahí ya no llegan las palabras.
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