miércoles, 29 de abril de 2015

OSCILACIONES

En la percepción de la pintura hay un sentimiento de  - “ Yo sé” -
Ese don de saber ver, esa intuición de “ esto sí “, la certeza de que lo que vemos es bueno, no es fanatismo. Es una sensibilidad educada, una segunda naturaleza que creemos espontánea, pero como los atletas que se entrenan a diario para soportar cargas físicas inimaginables, el arte y el sentimiento artístico son también una segunda naturaleza que se ejercita a diario.
Al final de una sesión de pintura, tras siete o nueve horas metido en el estudio, la sensibilidad llega al paroxismo, y la visión se afila hasta la inclemencia, todo está a punto de ser borrado, el cuadro te pide su aniquilación. El juez que está dentro del pintor se ha convertido en un ser feroz.
Ese es el momento de abrir las ventanas para que el aire ventile la carga tóxica y destructiva.
Hemos vuelto a pasar del “ Yo sé” al “ No sé”.
Quizá entonces estemos más cerca de salvarnos, más cerca de la humildad, la verdad se difumina, pero sigue latente ahí en su centro.
Y llega la noche y cogemos nuestro farolito, y susurramos con el otro peregrino que alumbra también con su otro farol, los dos estamos perdidos, mañana será otro día, no vivimos del pasado, el arte te hace ser eternamente joven.

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