La pincelada perfecta, el toque mágico, la expresión exacta. ¡Ah! esa persecución es apasionada, te deja seco, chupado como un ciclista al final del tour. En el arte también existen los estupefacientes, los potenciadores del sentimiento, la búsqueda de ese estado de lucidez total, crear embriagado en permanente estado de gracia.
Pero es una batalla perdida, antes hay que tirar los pinceles, cerrar el estudio, huir hacia la vida y empaparse de ella, quitarse la tontería artística: ¡La hay y es inmensa!
Mete dos pintores en un cuarto y no caben los egos.
Hay pintores que han avanzado en la jerarquía profesional a base de trucos, de brillantez, pero es una pintura fría y programada, académica y sin riesgo. ¿Dónde quedó la aventura? ¿Dónde la indagación y la búsqueda del milagro vital? Pintan para obtener sobresalientes, y ahí se definen, no han dejado de ser estudiantes aplicados y puritanos, todo es tan cerebral y metódico, tan pulcro, colorean y rellenan en busca del diploma y la verdad se les fue por otro lado.
Por ello la pintura es sabiduría, no es la droga la que te lleva a la luz radiante y visionaria, ni el éxito profesional, ni la exposición oficial la que te consagra. Sólo es bendecido el que vivió en verdad. El que prefirió su pequeñez al disfraz con alzas. Hay ejemplos esclarecedores, Morandi hizo grande su torpeza y humildad, Giacometti arañaba el papel hasta llegar a la nada, y quién podría decir que sus cuadros no están llenos del toque mágico, del estado de gracia aunque esos autores vivieran su proceso creativo como caídas libres hacia abismos insondables.
La tontería quedó hace tiempo atrás. Puedo admirar la habilidad de un pintor, pero si no hay emoción, me doy la vuelta.
Un día cualquiera, después de tanto, puedes encontrar en tus manos el toque mágico. Entonces vale hasta un pincel viejo, pintar con los dedos o con un periódico tirado en el estudio, sabes que eso es un don y que igual que ha venido, se va.
Y ya no importa.
La ventana del estudio alumbra, un día si y otro también.
Quién dijo que iba a ser fácil.
Las montañas se conquistan superando pendientes escarpadas.
Es duro tener que ganarse la vida y a la vez rendir tributo a la belleza.
¡ Ah ! sí, guerreros pacíficos, heridos avanzamos, la belleza es tan dulce y no admite traición.
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