“Morimos a los 27, nos entierran a los 75”, Mark Twain dijo esta frase célebre, tristes palabras, vamos perdiendo las ilusiones y acabamos sin el verdadero impulso vital. La juventud no es otra cosa que ganas de vivir, y para vivir de verdad hay que creer y crear, no ser espectadores de los demás, sino creadores de nosotros mismos.
No hablo de materializar los sueños, ojalá fuera eso así, pero sí de perseguirlos, de lucharlos, de creer en ellos, de entregarse apasionadamente a lo que somos. Es mejor siempre jugar un partido de fútbol que verlo en televisión, es mejor montar en bici a 15 Km/hra que ver ganar al gran campeón a 50 km de velocidad.
Modestia y humildad, acción a diario, la inspiración siempre llega en movimiento.
Y saber mirar, y escuchar atentamente, incluso para ser espectadores de las obras ajenas hay que participar en ellas. Tenía un amigo apasionado que cuando iba al cine y en la pantalla estaban a punto de asesinar al protagonista a traición, pegaba un salto de su butaca y gritaba-“ ¡Cuidado, que va por la espalda!”- Para él, el cine no era un espectáculo de entretenimiento, era un trozo de vida.
Las creaciones de los demás nos enriquecen si pedaleamos activos y no vamos en el tándem trasero dejando que el esfuerzo lo haga sólo el que lleva el manillar.
Y no hay recetas, ni fórmulas magistrales, levántate del sillón y sal al sol o la lluvia. Has escuchado que mojarse es horroroso, quizá no sea cierto, los charcos son también hermosos.
Quién sabe.
Incluso a los que ya dejaron de creer les regala la vida un nuevo sueño.
Y si estás triste sal a comprarte una cacerola, o los cordones de un zapato.
No te creas las noticias del telediario, ni lo que ponen los periódicos, ni lo que dicen los psicólogos, que no te intimiden los sermones.
Volverán las oscuras golondrinas, dijo Bequer, y Oscar Wilde escribió de la buena golondrina que atendió, incluso por encima de su propia vida, las peticiones del Príncipe feliz.
Los vencejos no aparecen en la literatura, ni son pájaros sagrados por quitar a Cristo la corona de espinas como se supone que hicieron las golondrinas en la cruz del Calvario. Pero observa como hacen círculos en el cielo azul, negros y olvidados, igualmente bellos.
Todo se está moviendo.
No te quedes parado.
Mira hacia atrás y verás que en los grandes aciertos estaba ya la sombra del error. Y en los fallos planeó por los bordes el deslumbramiento del acierto fugaz. Todo está unido, nada se detiene, hasta las paradas tienen su movimiento, son los pasos los que crean la magia y en cualquier momento aparece; tampoco te detengas ahí, crea tu propia estela.
No soy un hombre sabio, no soy sacerdote de nada, escribo por propio impulso, escribo las palabras que yo necesito oír.
Y si cerramos la puerta a los errores dejaremos fuera la verdad...
ResponderEliminarSi, Susana, todo es necesario.
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