Días en que la estrella del cielo desaparece, y todas las señales del camino se borran, una a una y una tras otra.
Y te sientas en la piedra grande, apenas puedes ver nada en la oscuridad.
Y recuerdas al niño abandonado en el internado escuchando voces desconocidas en una lengua extranjera.
Y sólo suena el latido del propio corazón.
Y sin darte cuenta, comienzas una oración, un rezo pronunciado en una lengua que ni tú mismo entiendes.
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