Hay que soltar los exabruptos, los pesos horribles que depositaron en nosotros, pero no en cualquier lugar. Hay escritores impúdicos que ofenden a sus propias familias de por vida, que convierten su arte en terapia , creyendo que el arte todo lo acoge.
Mejor cavar un agujero en la tierra oscura y vomitar allí, y dejar ese peso insoportable y paralizante, bien enterrado y bien hondo.
Y volver a la levedad, que nada tiene que ver con la ingenuidad, ni con lo conveniente ni con lo formal.
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