miércoles, 11 de febrero de 2015
EDADES
No creo en la sabiduría de la edad ni en la inexperiencia de la juventud, ni en el credo de unos o en los mandamientos del otro. Que no existen edades medias ni edades ignorantes ni edades sabias.
Creo sólo en las personas de cualquier edad que son capaces de amar, y si Dios es, es amor.
Es el amor el que nos hace grandes, es el amor el que nos hace abrazar y entender al otro hasta sentir que estamos todos en lo mismo, que no hay separaciones, que no hay mayor ficción que la individualidad escindida, que el cielo azul tiñe por la parte del sol nuestro rostro iluminado y que la noche cubre de sombras la otra parte de nuestra cara, que el olor del tomillo impregna nuestras manos y nuestra ropa después de tocarlo y que las canciones circulan de corazón en corazón hasta llegar al corazón unitario y total.
Que también estoy unido al anciano delirante que se cree superior, y al joven arrogante que se quiere comer el mundo, y al hombre de media edad tan lejos de uno como de otro, y que hay que reírse mejor que llorar para abrazar lo único que importa en la vida.
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