domingo, 8 de febrero de 2015

UNA PRESENCIA

Ella estaba ahí, contundente en mitad del sueño, surgida de un tiempo remoto, pero la reconocí al instante. Volví a la tierra prometida, así sucede cuando unos ojos nos contemplan con videncia, cuando otra mirada abarca nuestro ser en toda su dimensión. ¡ Oh, Dios ! Qué redención recibimos cuando ese rostro milenario de mujer nos abre las manos y nos hace sentir que sabe quienes somos, que conoce todos nuestros sueños, que estuvo ahí en los momentos estelares, que nos acompañó invisible también en la emoción de la soledad y del desgarro, cuando dimos amor y nos devolvieron desprecio, y nos salió el primer surco en la frente.
¡ Ah! La estupefacción acababa de empezar, subiendo por la cuesta del pánico, veía a la gente bajar carcajeándose.  ¿ Qué hubiera ocurrido si hubiera tenido una visión global de los tiempos que estaban por llegar, si hubiera podido ver la tierra resquebrajada de mi frente venidera?. ¡Ah! quizá entonces me hubiera detenido paralizado; sabia es la vida que nos regala la incertidumbre y la ignorancia.
Fue esa presencia femenina la que me volvió a visitar, no la había vuelto a ver desde mi infancia, en aquellos tiempos era una imagen constante y familiar.  Su sola visión me llevó hasta el manantial de saliva sanadora, a la lengua del perro que disipa las cicatrices hasta hacerlas desaparecer.
Hay un territorio interior salvaje, animal, incontaminado, ahí está nuestra ilusión intacta, nuestros sueños constituyentes, nuestra primera y última fuerza, nuestra energía imperecedera.
Todos los abismos se poblaron de estrellas, en algún momento así fue, aún contemplo los cielos con la misma incertidumbre.
Con la bendita ignorancia, roza  mi mano el aire oscuro que hay por encima de mi cabeza, los espacios infinitos acarician mis dedos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario