De vez en cuando Dersu se cruza conmigo por los bosques, y también Goldmundo el escultor, y Narciso, el monje. Y Jünger me enseña , cuando llego al cruce de caminos, los brillos tornasolados de la coraza del escarabajo.
Cuando, ya de regreso, voy llegando a mi casa, Calvero y su trío tocan el violín en la calle, y María se cruza andando como una brisa, tiró la silla de ruedas. Carmen conduce su 4L, y Pedro me ofrece su chocolate negro.
Y entro en el estudio, y en mis cuadros se entremezclan los planos y la melodía está en el lienzo y los colores en la canción que invade las paredes de mi estancia.
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