jueves, 11 de junio de 2015

ANTROPOLOGÍA

 W.G.Sebald,  en su libro “ Austerlitz", hace una analogía entre los animales nocturnos y sus ojos sorprendentemente grandes, con esa mirada que se encuentra en algunos pintores y filósofos que, por medio de la  contemplación o del pensamiento puro, tratan de penetrar la oscuridad que nos rodea.
Es verdad que los búhos y las lechuzas y los mapaches tienen esos ojos enormes y lumínicos.
Los atletas trabajan sus cuerpos musculados a base de ir cada vez más lejos alargando el umbral del dolor.
¿Pero los pintores y los filósofos tienen los ojos grandes? ¿Trabajar el alma lleva consigo una transformación exterior y física? ¿ La belleza interior se traduce en belleza corporal?
 ¡ Ah! Eso si que sería revolucionario, pues veríamos a tantas personas buceando incansablemente en los libros sagrados y de sabiduría y abandonando los quirófanos de los cirujanos estéticos.
Ya decía Oscar Wilde que el pensamiento y la inteligencia acaban siendo una gran frente, una desproporción, pero que la belleza física abría todas las puertas y concentraba todas las miradas.
¡Ah, la belleza, cuántos cautivos, cuánta esclavitud tras la armonía de la forma!
El cuerpo y el poder, conexión directa con la antropología y las luchas de nuestra especie humana.
Atracción oscura del hombre que busca la belleza de la mujer para diseminar sus genes y mejorar la raza, atracción irresistible de la mujer hacia el poder para proteger a su prole.
A medida que la cultura va creciendo, el hombre y la mujer se van independizando de estos mundos profundos y primarios, latentes, la naturaleza tiene sus propias leyes.
La plenitud física de la juventud, el poder del dinero que abre tantas puertas, algunas básicas y tan necesarias, quién puede negar estas fuerzas impulsoras, bellas y puras en su primera raíz.
Y sin embargo Rembrandt pintó la belleza de su madre anciana, entramos ahora en otro territorio que nada tiene que ver con la hermosura del cuerpo ni con el poder del dinero. Rembrandt pinta entonces para si mismo, para explicarse, contempla a su madre, indaga en su propia raíz, es la pintura pura, ajena a cualquier encargo. El pintor no sólo pinta porque necesita vivir y hay un rico comerciante que quiere perpetuarse en un retrato y le paga bien por su pintura. El pintor busca otra cosa, se conecta con otras realidades, nos adentramos en la gran belleza, mucho más amplia, mucho más humana, tan puramente humana que linda con la divinidad, con lo que está más allá, con esa búsqueda de la luz, aún más profunda que la realidad oscura que nos rodea.
Porque el hombre siempre ha necesitado esa conexión con lo trascendente, somos conscientes de nuestra vida y de nuestra muerte, y seguiremos mirando y contemplando.
 Aunque el anciano pintor apenas vea, limitado por sus cataratas o su ceguera, aunque el músico genial no pueda escuchar sus sinfonías debido a su sordera, aunque el místico sea expulsado de su propia iglesia, aunque el científico sea tachado de hereje, aunque crean que el poeta está loco y perdió el sentido común.
Aunque no nos crezcan los ojos como a los búhos y a los mapaches.
Seguiremos pintando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario