jueves, 25 de septiembre de 2014

PAZ

Todos sabemos a que Tierra pertenecemos. A veces Tarzán es recogido por los monos o Mowgli por los lobos. Pero ellos seguirán siendo humanos, humanos a los que se les ha dado una segunda naturaleza salvaje y aprenderán a sobrevivir con otro código, pero su verdadera naturaleza seguirá de por vida con ellos y algún día volverán a su patria civilizada.
Hay una lealtad que está enraizada en lo más hondo, mas honda que la sangre, la raza o los credos.
El bondadoso deberá abrazar su bondad, el dulce su dulzura y el héroe su misión trágica. El músico deberá colgarse a su guitarra y lanzar a ciegas su canción. En algún momento del camino todos los pacíficos se sentirán desheredados y derrotados, pero está en su propia constitución seguir adelante, fieles, ya sin la ingenuidad ni las fantasías de metas acogedoras o a la espera del público entusiasta que rompa en el aplauso. La recompensa es callada: bondad para el bueno, belleza para el hacedor de notas, salvación íntima para el que, quizá , muera para esta vida.
El lobo,  tarde o temprano se tropezará con su propia violencia, con la sangre, no sólo la de las víctimas, sino con la suya propia. Ahí ya no hay conciencia, solo dominación y sometimiento, el agresivo siempre encontrara uno con los colmillos más afilados. Y con la vergüenza de ser vulnerable.
Bienaventurados los que suben hasta el Cerro Roto y pueden reír y llorar sabiendo que ellos no hirieron a nadie.  Subirse a la peña agrietada para mirar en paz.


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