¡ Música ! Y no me refiero a la partitura, hablo de la que se interpreta en directo y se escucha en el momento, hay una comunión del músico y del público en la que se disuelve la soledad . El sonido llena el espacio y lo que toma cuerpo es el corazón único y común de todos los presentes. Hasta ahí asciende y desciende la música, en vertical por ese vector del éxtasis.
Y además está el sentimiento de lo irrepetible, la magia de lo transitorio.
Eso envidiamos , a veces, los pintores, que creamos en la soledad sin la respuesta del aplauso. Que tenemos la insolencia y la pretensión de perpetuar el instante fugaz.
Quisiéramos ser humo en el aire, para dibujar al compás del viento, la transformación de la materia en incandescencia. Quisiéramos ser el temblor del poema leído en voz. O la percusión de nuestro propio corazón.
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