Los viejos prodigios, Miguel Angel, Leonardo, (quizá ellos dos lo fueron todo su tiempo, juventud, madurez, vejez), Goya y su última pintura negra, Velazquez y sus bufones, Tiziano en su autorretrato, El Greco en su pintura delirante, Rembrandt cuando en sus pinturas tardías convirtió sus pinceladas en materia inasible de luz, Mancini anciano que trascendió su virtuosismo en espíritu...Sí, digo los viejos prodigio....
¿ Por qué dieron su obra más esencial en el umbral de la muerte?
La vocación exige una suerte de reclusión, una concentración total, un olvido de tanta vida que corre por las venas ; la vida es, en la plenitud, un ganarse la vida, una entrega a la familia, a los amores, a los amigos, al vigor físico, y todo eso se ...vive...por dentro...y por fuera.
Cuando ya se vivió la vida y la naturaleza te concede más tiempo, la vocación eclosiona y se expande, ya no es necesaria la habilidad ni el virtuosismo, ya no importa tener la mano precisa del cirujano, lo único que verdaderamente irradia es el alma, ya no hay distracciones, toda la materia pesada ha quedado atrás, ha habido un desapego de lo físico, una liberación, y la pintura ni siquiera es ya pintura, es otra cosa...
Algo así como la vocación pura, que bordea otros mundos ignotos, desconocidos, inabordables para el resto de los humanos.
La pintura es una conquista, un largo camino, como el de San Juan de La Cruz, llegando a la luz a través de la noche oscura...
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