En algún momento reviene el pasado abismal, la delgadez de vivir sin una sola reserva. Cuando la piel se adhiere a la calavera y el alma asoma en los ojos desvalidos y sin embargo puros. Y ese estado de alerta total en el que la lucidez es insoportable y saltas entre la vida y la muerte anhelando ser acogido en la levedad del cielo.
Ya se agrietó el firmamento inundando mi cara de luz, y mis pómulos se suavizaron.
Y es paseando en paz cuando te encuentras con los amigos y te miran como si hubieras vuelto del otro lado.
Y te dicen:-" Que buena caras tienes, Tío, que guapo estás"-...
Y tú te alejas suavemente y te sientes sin peso.
Con las raíces en vuelo, sin una sola certeza y el incierto destino.
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