Pongo mi música, abro mi estudio, pinto, dejo que pasen las horas y otro universo empieza a originarse, es así de sencillo, la pintura está ahí siempre y me espera, me perdona mis ausencias, es un túnel que se va abriendo hacia la luz, un descenso libre sin paracaídas, cómo podré vivir sin esta sensación, y suena “ When I Watch You Sleeping” de Neil Young, a él también le hablan los cuervos en la noche, como a mi, y en su vejez sigue conservando su voz aguda y juvenil.
De vuelta al estudio, de vuelta a mi propia naturaleza, junto a mis hermanos, vuelan los cuervos, y allá al fondo canta el ruiseñor, brevemente.
En las paredes blancas me miran Mancini, un bufón de Velazquez, y el torso del Cristo de Miguel Angel.
Los nocturnos pintados hace un año se han recreado y ya no son míos, tienen ya su propia existencia, el retrato empieza a cobrar vida, mi vida de pintor sigue silenciosamente, mis dedos son pinceles y la luz es una caricia constante que me sostiene.
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