No es la fuerza de voluntad lo que te lleva a lo extraordinario, el esfuerzo pesaroso transmite aburrimiento, fricción, es un material pesado del que quisiéramos huir.
Es el enamoramiento del propio quehacer el que alarga sin esfuerzo la liviandad, ese es el vuelo que integra los espacios, es esa pasión ilusionada la que cautiva y nos sostiene en vilo. Y los ojos ven y los oídos escuchan y el entendimiento se abre y lo que parecía intrincado y laberíntico ahora es luz anterior a todo principio y fin.
Es el amor el que abre todas las puertas.
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