Pintar cuando ya no importa, ese es el momento en que la pintura remonta.
Siempre es lo mismo.
Encendido de ilusión y de desapego.
Para todo así.
Volar rozando las copas de los árboles y las peñas de los cerros.
Y reírse, no de pánico sino de placer.
Y volver a ese lugar anterior a cualquier identidad.
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