martes, 10 de marzo de 2015

CALVARY

Dirigida y escrita por John Michael Mc Donagh, Calvary es una película fuerte, los paisajes de los acantilados verdes y del mar mecen a las personas que habitan un pequeño pueblo irlandés. Pero los verdaderos paisajes son los rostros de la gente, unos primeros planos potentes, nos encontramos en el espacio de la intimidad, en la luz y la penumbra de las confidencias, de los abismos personales, de los destinos que luchan por no ser irremediables.
El protagonista es un sacerdote interpretado por Brendan Gleeson, al que llena de humanidad, de fuerza y de verdad. Lucha por el bien, sin afectaciones ni sentimentalismos, va a la esencia sin un solo sermón.
La película comienza con una confesión que no lo es, pues el que se confiesa no desea el perdón sino la venganza, y proclama su intención inapelable de asesinar en el plazo de siete días al cura que le escucha. El que amenaza con asesinar, fue violado repetidas veces por un cura pedófilo, el monstruo convirtió a su víctima en monstruo, y el razonamiento es por tanto monstruoso, el mal encadena al mal,  ya que la iglesia y un cura atroz y pervertido le hicieron un daño irreparable, el va a asesinar a un hombre bueno, a un buen sacerdote. No a uno perverso, sino a uno bueno de verdad, injusticia por injusticia.
La película nos muestra los siete días de ese sacerdote, su lucha por ayudar a sus vecinos, hay momentos de un emoción pura pues nos acerca al misterio y notamos su presencia, ese sacerdote rezando junto a una mujer que acaba de perder a su marido, no se buscan respuestas fáciles, ni siquiera soluciones, aflora la inmensa hombría y la dignidad de un hombre que quiere vivir de pie, sencillamente, acompañar al enfermo moribundo, estar para el desesperado.
Las críticas a esta historia vienen del lado de la incredulidad, es difícil creer que en un pequeño pueblo haya una galería de horrores semejante, pero también es difícil creer a superman y a spiderman, y nadie levanta el argumento de lo inverosímil.
El guión describe la vida de un héroe, su tragedia, esa misión de la suprema bondad y la belleza que es más grande, incluso, que la vida propia y el sentido común. La película te toca lo más hondo, conmociona, y acaba horrible para el que suspira por un final feliz, pero el último plano del rostro de una mujer con lágrimas, separado del asesino por un cristal, es el único mensaje válido y verdaderamente humano: intenta comprender, busca la humanidad incluso en el que asesinó a tu querido padre, no hay otra salida en la vida que el dialogo que está enraizado en el amor.
Película artesanal pero grande de verdad.

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