miércoles, 27 de septiembre de 2017

LOS INVISIBLES

EN EL FUNERAL DE PURA SOTILLO


Este es el testimonio que nos quiso dejar el inesperado desconocido, ( por lo menos para nosotros los discípulos), en el funeral de Pura Sotillo, profesora y directora del colegio Santa María de los Rosales.
Fue un discurso breve y aunque las palabras no estén transcritas ni sean literales, la esencia de su mensaje es auténtica.

Este hombre, cuyo nombre desconozco, subió caminando suavemente hasta el púlpito al final del funeral, una vez ya acabada la misa y después de la intervención de Jacobo Bergareche que todos creíamos iba a cerrar la celebración en la parroquia de San Francisco de Borja, en la calle Maldonado 1, de Madrid. Pero el acto fue clausurado sorpresivamente por este hombre de edad intermedia, menudo, con gafas, con una extraña mezcla de timidez y determinación.

Estas fueron sus palabras:

" Pura eligió el dormitorio más pequeño y modesto de su casa, podría haberse quedado con el mejor, pero eligió el más humilde porque era una persona sobria.
En estos últimos años, Pura dedicó todas sus tardes a su querida tía Ana María Arias, con la que había convivido compartiendo casa, hasta que tuvieron que ingresar a Ana María, con Alzheimer, en una residencia de ancianos. Y desde ese momento, Pura no falló ni una sola tarde en su visita diaria, y así fue hasta la muerte de Ana María.
Pura me enseñó que una persona normal como yo, sin talento, sin ninguna cualidad especial que me haga destacar en nada, también podía tener grandeza, la grandeza oculta  y silenciosa de la normalidad, poco valorada pero tan necesaria. Esa enseñanza ha afianzado cada segundo y cada día de mi vida.
Pura era una persona culta y enciclopédica, pero no sólo era una erudita, era mucho más, era en verdad sabia.
Todo lo hacía bien, salvo aparcar su coche, en eso era malísima. Cuando en las proximidades de su casa y circulando con su coche buscando un hueco para aparcar no veía más que espacios reducidos, claudicaba, renunciaba a aparcar; Y acudía a mi, su vecino, me entregaba las llaves de su coche y yo hacía entonces las pesadas maniobras de aparcamiento, asunto insalvable para ella"

Así acabó el funeral de Pura, con este toque enigmático y humorístico, sin grandilocuencia ni pompa, con la absoluta normalidad, otra de las grandes lecciones de Pura.
Fue un funeral íntimo y no multitudinario, asistió el Rey Felipe VI, alumno también de Pura.
Habló Jacobo y dijo que Pura nos hacía sentir a todos sus alumnos como si fuéramos los favoritos, pero estoy seguro de que si Pura hubiera podido elegir a uno para despedirla del mundanal ruido y del planeta Tierra, ese hubiera sido Jacobo Bergareche.

Y acabó el funeral de Pura con una sorpresa y eso también le gustó a Pura, ( donde quiera que esté), con ese escueto discurso homenajeando a las personas que permanecen en el anonimato, que pasean invisibles entre nosotros a diario, pronunciado por un auténtico invisible, por ese individuo gris, apenas podría dibujar los rasgos de su rostro, pero sí la verdad de sus palabras que permanecerán en mi inalterables.