miércoles, 10 de noviembre de 2021

ORACIÓN SALVAJE

 Ya no puedo comunicarme con la mayoría de mis amigos del otro mundo.

 Espert, mi maestro de pintura, con el que hablaba de cosas de pintores, no sólo de la cocina del pintor, sino de todo eso que es propio de la pintura y acaba yendo más allá de lo material. Ni con Maruja, la llamaba de vez en cuando y profundizábamos en lo cotidiano y también en lo intemporal, era una búsqueda de lo inefable entre dos, las palabras zozobran, pero la búsqueda nos confirma. 

Murieron y me faltan.

Supongo que mientras la vida avanza, el silencio va ganando terreno.

Hay una certeza, y es que nada es categórico, todo está sobre el alambre, y esa inseguridad nos va dejando de dar miedo, aprendemos a convivir con las grietas, con los fragmentos, con la imperfección.

Lo absoluto está allá, siempre inalcanzable, no deja de ser un anhelo.

Ya no quema.

Se roza en alguna canción, se atisba en algún rincón de una pintura, en alguna sonrisa de mujer.

A veces en la soledad del paseo y en medio de la naturaleza alejada, grito esos nombres vivos y muertos que me faltan, y alargo las vocales en el alarido, es una oración salvaje, el humo de una hoguera que se va perdiendo, blanca y negra, en los cielos.


10 Noviembre 2021